De cura a violinista

Las composiciones de Antonio Vivaldi han sido interpretadas hasta la saciedad. Sin embargo, por las ironías de la historia, muy poco se sabe de su vida. Nació en Venecia en 1678. Desde la cuna arrastró una dolencia pulmonar. Debido a su salud precaria, sus padres lo encaminaron hacia una carrera que más opciones le ofrecía: la eclesiástica. A los veinte y cinco años se ordenó como sacerdote. Su paso por el púlpito fue fugaz. La dolencia que lo aquejaba le forzaba a dejar a medias la eucaristía. 

Verdad o excusa, en 1703, el cura pelirrojo, como lo llamaban por su color de pelo, encontró una ocupación más creativa que la de oficiar misas y exculpar pecados: la música. Al padre de Vivaldi, un violinista consumado, no se le pasó por alto el talento de su hijo y lo instruyó en el arte del violín. Siendo aún un niño, en ocasiones reemplazó a su papá en la orquesta de San Marcos donde éste tocaba.

Gracias a su habilidad innata, Antonio se convirtió en maestro de violín. Además de enseñar a tocar este instrumento, lo interpretaba como solista en conciertos, causando sensación. A pesar de haber sido un violinista magistral, es recordado por su faceta de compositor. Su especialidad fueron los conciertos de cuerda. En estos se granjeó la admiración de las cortes europeas.

Su célebre composición, “Las Cuatro Estaciones”, maravilló de tal manera a Luis XV que lo incorporó a un grupo que daba conciertos en Paris cuando las principales salas de teatro cerraban por las fiestas de Pascua. Vivaldi también compuso piezas para ceremonias religiosas y se dedicó con ahínco a la ópera, el género musical veneciano por antonomasia. A fines de 1730, sus coterráneos ya no mostraban interés por su música, por lo que, en 1741, el violinista pelirrojo decidió probar fortuna en Viena. Pero la suerte le fue esquiva. A un mes de haber llegado, murió por una inflamación pulmonar. Caído en el olvido tras su muerte, Vivaldi resucitó a merced de la música de Bach, quien transcribió varios de sus conciertos. El músico alemán trajo a la vida las melodías clásicas de un artista prolífico como pocos, y uno de los creadores de conciertos para solistas. Dos décadas después de iniciarse la recuperación y divulgación de su obra, Vivaldi se volvió uno de los compositores más interpretados en el mundo. Su composición insigne, “Las Cuatro Estaciones”, nos llevan con sutileza por las distintas floraciones de la naturaleza. (O)

DZM

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.

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