Mientras a mí no me pase

Ma. Isabel Cordero

Es una sentencia común en el contexto actual, tal vez un mecanismo de supervivencia en un país donde la inseguridad y la criminalidad crecen a diario, así, mientras que el asesinado, la victima de femicidio, el asaltado, el secuestrado, la violada o la desaparecida no sea mía por parentesco, ese cuerpo no me importa, no me preocupa, y además vertimos una condena prejuiciosa “seguro andaba en algo” “se lo merecía”

Imagine que su hijo sale de casa a trabajar, lo detiene un agente del orden y lo asesina bajo el argumento del conflicto armado interno y que se veía sospecho; a esto se suma que pasan meses sin respuesta alguna del estado, el sistema de justicia no hace nada, y los medios se han olvidado del tema. Ya son 6 meses del caso de Carlos Javier Vera, que con 19 años fue baleado por militares en Guayaquil, por considerarlo terrorista.

El uso y abuso de la fuerza en nombre de la democracia y seguridad, se convierte en una herramienta que controla al pueblo, nos saca de foco y deja pasar paquetazos de los cuales seguimos sin hablar. No olvidemos que la democracia es un castillo de naipes que cae fácilmente, más aún cuando quién tiene el poder político y económico le preocupa poco o nada el bienestar común. (O)

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