Luego de trabajar casi tres décadas en la academia me queda muy clara la importancia del trabajo en equipo. Sin embargo, lo que muchas veces se pasa por alto es que el verdadero motor que impulsa a un equipo hacia el éxito es la confianza entre sus miembros, ya que sin confianza el rendimiento colectivo se ve inevitablemente afectado.
La confianza en un equipo se puede dividir en dos categorías: confianza técnica y confianza motivacional. La primera se refiere a la capacidad de los miembros para cumplir con sus responsabilidades, mientras que la segunda está relacionada con el compromiso y la disposición de cada uno para apoyar a sus compañeros. Cuando ambos tipos de confianza están presentes, los equipos se sienten seguros para asumir riesgos y compartir ideas, lo que, impulsa la innovación y mejora la productividad.
El psicólogo Patrick Lencioni, en su obra “Las cinco disfunciones de un equipo”, destaca que la ausencia de confianza es la primera y más grave disfunción que puede afectar a un equipo. Según Lencioni, cuando la confianza no está presente, los miembros del equipo tienden a ocultar sus debilidades y errores, evitando la crítica constructiva y creando una cultura de falta de comunicación. Esto impide que el equipo alcance su máximo potencial, ya que las decisiones se ven limitadas por la falta de transparencia y la desconfianza.
Un estudio del neuroeconomista Paul J. Zak (2017) demostró que los equipos con altos niveles de confianza tienen un 50% más de productividad, un 74% menos de estrés y un 76% más de compromiso. Estos resultados son contundentes y demuestran que cuando las personas confían en sus compañeros de equipo, trabajan con mayor eficacia y están más motivadas para alcanzar objetivos comunes. (O)
@ceciliaugalde