Según el INEC, la población de Ecuador alcanzará los 17.9 millones en 2024. A pesar de ser una de las economías menos golpeadas y más equitativas de la región en las últimas dos décadas, Ecuador, al igual que sus países vecinos, ha experimentado en los últimos años un estancamiento significativo en términos de productividad.
No es un problema estrictamente nuevo. Desde la década de 1980, el decrecimiento de la productividad en nuestro país ha ralentizado el crecimiento económico y frenado las mejoras en el nivel de vida. Es una tendencia que nos hace plantear una pregunta crucial: ¿qué ha provocado esta desaceleración? La productividad se ha estancado por múltiples razones, que van desde desafíos tecnológicos hasta legislaciones restrictivas; incluso, algunos expertos han sugerido que el crecimiento económico podría haber alcanzado su límite. Sin embargo, en los últimos tiempos se están planteando muchas posibles soluciones para revitalizar la innovación, impulsar con ello el crecimiento económico y lograr, además, un desarrollo sostenible que sea capaz de proteger el entorno natural.
En esta línea, la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) se presenta como uno de los motores clave de la competitividad y la rentabilidad empresarial. Invertir en ciencia, tecnología y nuevas ideas se considera un paso esencial para incrementar la productividad del país. No obstante, para mejorar realmente nuestro nivel de vida, es fundamental analizar aquellos elementos intangibles que influyen en las decisiones presupuestarias, como el nivel de confianza de la población en el gobierno. La falta de confianza implica, entre otras cosas, que los votantes prefieren las políticas públicas que ofrecen beneficios inmediatos (como los subsidios) antes que la inversión en educación e infraestructura, cuyos beneficios sólo se hacen visibles muchos años más tarde. Afortunadamente, mientras el gobierno ha reducido su inversión en I+D, las empresas privadas han incrementado sus esfuerzos, compensando en gran medida esta caída.
Este enfoque también tiene sus problemas, como se evidenció en otros países. A principios de los 2000, algunos países incentivaron la inversión en I+D mediante reducciones fiscales, pero muchas empresas falsearon sus inversiones para beneficiarse de estos incentivos, dando como resultado datos inflados y poca innovación real. Otra estrategia fue la concesión de ayudas directas a organizaciones para realizar proyectos específicos, especialmente en áreas que no son rentables a corto plazo para las empresas privadas, como la ciencia básica. Esta forma de inversión puede generar beneficios a largo plazo.
Finalmente, una forma de impulsar la innovación es aumentar la disponibilidad de mano de obra cualificada. Ecuador se enfrenta actualmente a una escasez de trabajadores capacitados en la industria tecnológica, lo que retrasa la producción y la innovación. Aumentar el número de graduados en carreras tecnológicas y fomentar la inmigración de profesionales altamente cualificados puede ser una solución efectiva. (O)