El patrimonio cultural de Cuenca, es un pilar fundamental en la identidad de la ciudad y sus habitantes. Sin embargo, su gestión ha generado un debate creciente: ¿estamos realmente protegiendo este patrimonio o lo estamos mercantilizando a expensas de su valor histórico?
La denominación de Cuenca como Patrimonio de la Humanidad ha impulsado políticas de conservación y restauración que buscan preservar la arquitectura colonial, las tradiciones y el paisaje urbano que caracterizan a la ciudad. Los programas de rehabilitación de inmuebles históricos y la promoción de festividades tradicionales son ejemplos claros de un intento por mantener viva la herencia cultural cuencana.
Sin embargo, la protección del patrimonio no es un esfuerzo sencillo ni libre de desafíos. La creciente urbanización y las presiones del desarrollo económico han generado tensiones entre la necesidad de conservar y la de adaptar la ciudad a las demandas contemporáneas. La protección efectiva del patrimonio requiere un equilibrio delicado entre conservar la autenticidad y permitir la evolución natural de la ciudad.
Con el auge del turismo, ha habido una tendencia a convertir elementos del patrimonio en productos comerciales, muchas veces despojados de su contexto histórico y significado cultural. Los centros históricos se han llenado de tiendas de souvenirs, y algunas festividades tradicionales han sido adaptadas para atraer a los turistas, a veces diluyendo su autenticidad. (O)