Comedia política

Jorge Durán Figueroa

En el escenario donde se presenta la comedia política ecuatoriana asoman conchudos de poca monta, listos a candidatizarse para llegar al “poder fregativo” con el mote de asambleístas, por el sólo hecho de ser mayores de edad, saber leer y escribir, pertenecer a cualquier club, secta o juerga, hablar unas cuantas cojudeces y cantinflear en las redes sociales.

Si eso de por sí causa tirria, la de oro se llevan los osados que buscan reelegirse aprovechando la también cojudez popular. Han perdido la mínima dosis de vergüenza. Ahora asoman representando a otro club o juerga, luego que de aquellas donde hasta llegaron a rasurar los sobacos de sus dioses han sido trapeados.

Hay otros que sin importarles el gentío que asiste a la comedia, danzan con similar fin, sin importarles que antes y mucho antes se sacaron la lotería legislativa por el club X o el club  Y; luego volvieron a ganar aprovechando la figura de un líder vilmente asesinado, lloraron sobre su cadáver, pero a la vuelta de la esquina lo traicionaron haciendo fila en los clubs a los cuales aquel patriota les combatió por corruptos, por ser parte de mafias que han asaltado la Justicia comprando jueces con toga y todo.

Otros conchudos regresan en valija; otros se inscriben apostándole a la suerte, o siquiera para figurar en la lista tamaño del rabo de un asno.

Hay otros comediantes que sin sonrojarse porque los asistentes están hartos y jodidos, quieren llegar más alto, y en su delirante intento por reemplazar al joven que ahora está en esas alturas, se inscriben como si se tratara de un concurso de palo encebado.

Ni siquiera piensan que los concurrentes al escenario les lanzarán canguil sabiendo que un día casaron a narcos, fueron alfombras de un gobernante sociópata, incendiaron el país inducidos por su comunismo acriollado; creen que por ser “gamer” ganarán la partida; que por tener dinero podían asaltar un club en busca de una candidatura; que por ser de cartón se mantendrán en la cumbre; que por prometer actuar como Rambos el narcocrimen se esfumará; que por haber sido comandantes y presidentes de naves podridas serán elevados al altar de la “patria bananera”. Qué ilusos.

No entienden que el público se da cuenta que por ser muchos, por prestar sus nombres, por alquilar clubes, son apéndices de una gran logia corrupta; más claro, son brazos de un mismo pulpo cuya consigna es dividir y dividir.

Es la comedia política donde lo que menos importa es el Ecuador, este Ecuador harto de comediantes de doble rasero, que cobran o sobornan hasta por dejar la cama. (O)