Una de las características del ser humano, quizá más que la misma inteligencia y el pensamiento, es la emoción, factor básico de nuestra conducta. La vida implica cierto grado indispensable de emoción, que cuando adquiere grados exagerados, sus efectos resultan desintegrantes para sí y la sociedad; de ahí que, hay que tener control sobre ella, porque su exageración puede perjudicar, creando tensiones que entorpecen el desarrollo y la vida, como fácilmente se puede graficar en los ámbitos del amor, la política y la religión.
La cultura, en las esferas anotadas y otras, exige cada vez ajustes emocionales debido a la creciente complejidad de las circunstancias que se vive, sobre todo las ásperas que conducen al desvarío; por ello que el conocimiento que se tenga del desarrollo emocional ayudará a comprender mejor la vida emotiva particular y la de los semejantes, evitando de esta manera el apasionamiento y la tenacidad desmedidos en defensa de creencias y opiniones que conducen a crímenes atroces y a suicidios.
Se vive en una balanza entre dos platos emotivos: positivos y negativos, que se puede evitar el exceso de uno u otro para una homeostasis del sentimiento que conduzca a una buena salud. Ahora que el país vive conmocionado por fuerzas negativas que desequilibran el estado emocional, cinco deportistas han levantado el ánimo hasta gritar a los cuatro vientos el clásico eslogan del “Sí se puede”. Entregaron cinco medallas olímpicas: una de oro, dos de plata, dos de bronce, además de seis diplomas. ¡Grandes Daniel Pintado, Glenda Morejón, Lucía Yépez, Angie Palacios, y Neisi Dajomes!
Al ver en directo a nuestros deportistas triunfadores, no podíamos contener los humores porque, por mucho que se diga y se quiera aparecer como insensibles, la vida se va jalonando de acontecimientos que dejan los ojos nublados por las lágrimas. El episodio hizo contradecir la argumentación de W. James de que “estamos tristes porque lloramos, irritados porque golpeamos y atemorizados porque temblamos y no que lloramos, golpeamos o temblamos porque estamos tristes, irritados o atemorizados”, o sea que, la conmoción orgánica constituiría la nota dominante, mientras que el estado afectivo no sería más que la conciencia de la manifestación fisiológica. ¡Falso!
Al margen de disquisiciones psicológicas, la verdad que las lágrimas son un modo de expulsar las sustancias del cuerpo en instantes de alivio y triunfo, de agobio o derrota. Los medallistas olímpicos ayudaron a restablecer el equilibrio emocional y estar dispuestos a soportar a sus antagónicos, los políticos entre otros. (O)