Durán, así como Ponce Enríquez en Azuay y otros cantones aterrorizados por la extrema violencia, sicariatos y narco delincuencia, que hace imposible una convivencia armónica, cuyos asustados vecinos/as se preguntan si podrán salir ilesos en su diario acontecer. Lo peor es que no son únicamente extraños los pobladores que la hacen invivibles a estas urbes, sino peor cuando se involucran algunos miembros del gobierno municipal, de bomberos y otras instancias, que hacen imposible erradicar dichas conductas aun con la toma física por parte de las fuerzas del orden. Esto no es casual, se ha instaurado de manera sostenida, hasta terminar en la toma de las mafias.
Municipios violentos establecidos en Colombia o México años atrás, siguen a pesar de los esfuerzos desplegados por dichas sociedades para mejorarlos, con éxito relativo, que muestran la necesidad de un trabajo arduo para convalecer y aminorar estos indicadores de muerte y destrucción, despojándonos de las luchas intestinas por alcanzar el poder, para como en la metáfora de Sísifo, jefe Corinto en la antigua Grecia, quien por castigo divino subía una roca para ver que por su peso se cae, para nuevamente subirla. Nuestros mandatarios declaran el estado de emergencia, sitiando a las ciudades para combatir a la delincuencia desbordada, para cuando se van a otro sitio, se vuelven a tomar como al principio los delincuentes. Este mito hay que romperlo con toda la fuerza democrática de los votos en las urnas. Tomando conciencia de la real situación que la sentimos como un dogal en el país. Y no volvernos como en la metáfora mencionada sin entender porque seguimos en las mismas situaciones. De cómo se agrava el sentido de la convivencia en libertad es cuando, se irrespeta el buen vivir, de parte de los propios ciudadanos a vista y paciencia de sus autoridades, que dejan pasar aun viendo las irregularidades en su entorno, por simples que parezcan, como construir bordillos en las calles, sin que a nadie le importe, aun con la expresa queja en control urbano en Cuenca, ventajosamente, es solo eso. Pero así comienza el irrespeto que luego es general. ¡Cuidado! (O)