Podrían ser las siguientes
La primordial: insuficiente cantidad de material puesta en el atentado. Al Cnel. Claus Stauffenberg se le dio 2 paquetes de explosivo plástico C-4 confiscado a los británicos, pero él sólo puso uno “por falta de tiempo” diría poco antes de ser fusilado, inadmisible para un militar de carrera con experiencia ascendente en batalla y no en oficina.
Hay que agregar el inesperado cambio de local sede de la conferencia de ese día debido al atosigante calor. El área determinada originalmente (un lugar fortificado de cemento y hierro) a uno más ventilado y con las ventanas abiertas (que ayudó a evacuar la onda explosiva que normalmente habría acabado con más vidas) incluido el objetivo central. De permanecer en el sitio asignado, un solo detonante habría sido suficiente para hacer añicos una habitación grande con todo en ella.
Los conspiradores no pensaron nunca en la posibilidad de que el ejecutor podía, como en efecto pasó, fracasar y no diseñaron un plan alternativo para matar a Hitler. Pese a tener conspiradores dentro de La Guarida del Lobo –no solo oficiales, si no soldados– no apareció alguien con coraje para exterminarlo si la bomba fallaba.
La inacción en la capital, Berlín, era crítica. De confirmarse en cualquier momento la explosión y supuesta muerte de Hitler, los confabulados no habían hecho nada como sí una semana antes al movilizar al poderoso ejército de reserva, pese a no tener confirmación de la detonación. Paradójico. Esperaban la confirmación y que Stauffenberg volviera para hacerse cargo del golpe de estado. Los mismos nazis admitieron que los sublevados tuvieron todo, tiempo y recursos, para conseguirlo.
Y lo fundamental: la indiferencia del ciudadano común y el grueso del militarismo a estas operaciones sediciosas. Se puede considerar que no tuvo una sola adhesión popular más la falta de apeo de la oficialidad (solo 5, de 3 500 generales y almirantes, apoyaron con decisión) al intento de derribar el fascismo de la dirección de su país. (O)