La desintegración moral

Hernán Abad Rodas

Los seres humanos hemos creado un mundo de valores, creencias y saberes, sin el cual sólo podríamos regresar al reino de la violencia en una lucha de todos contra todos para poder sobrevivir.

Una sociedad psicológica y moralmente saludable es aquella en la que hay seguridad, justicia independiente del poder político o económico, y libertad. Esto ocurre cuando la vida social se desarrolla en condiciones dignas, y prima la ley. Es el ciudadano quien decide su destino y no una camarilla gobernante. Cuando se respeta la libertad de pensamiento, la corrupción es reprimida a todo nivel y no solo a quienes la denuncian; éste es el ambiente ideal de una sociedad sana, la que todos anhelamos.

Nuestro país está sufriendo una tormenta económica, política, y social, producida por la NARCODELINCUENCIA. La corrupción, el crimen organizado y el sicariato han sido elevados a niveles increíbles de crueldad.

La política ecuatoriana se ha deformado, hasta convertirse en un hato de mentiras, tenemos una sociedad sin memoria que alimenta ingenuas esperanzas, sin partidos ni debates verdaderos. Nuestro Ecuador se deja zarandear por cuanto aventurero político aparece con ínfulas de sabio.

Es penoso y vergonzante pensar que, durante más de una década estuvimos gobernados por una abundancia de sinvergüenzas, espiritualmente mínimos, que saquearon sin misericordia al Ecuador; seguidos y venerados por una gran cantidad de borregos insulsos y anodinos, distribuidos en todas las instancias del poder político y en las instituciones del Estado.

El freno a la corrupción también se logra cuando organismos independientes del poder político, con solvencia ética y moral emprenden un combate sin misericordia a los corruptos.

Lo más grave, sin embargo, es la DESINTEGRACIÓN MORAL de una sociedad a cuyos ojos los valores éticos y morales, no son más que un estorbo que se puede arrojar a la basura. Vivimos bajo el imperio de la liviandad, el oportunismo y la indolencia.

Los valores humanos nunca deben ser particulares, ni estar sólo orientados a satisfacer las aspiraciones de grupos, razas, naciones, o ideologías, éstos deben ser universales.

La corrupción prospera cuando hay tolerancia social, adoración al dinero, al éxito irracional, y un apetito desmedido de poder. Su origen está en la CADUCIDAD DE LOS VALORES humanos y en la ignorancia de la ética.

Urge globalizar la paz, la libertad y la democracia, para poder vivir en una tierra feliz, vaciar la copa que hoy rebosa de llanto, dolor y llenarla con solidaridad y justicia.

Tengo la esperanza de que un día brillará el sol de la justicia en la variada geografía del Ecuador y, con ello, se iniciará un proceso de renovación de la fe en las instituciones que fueron demolidas por el Narcocorreísmo. (O)