La Fiscalía tiene insumos suficientes para seguir con la investigación sobre la situación del hospital del IESS “José Carrasco Arteaga”.
El informe preliminar de la realizada por asambleístas del Azuay confirma las principales sospechas de irregularidades cometidas por el Sindicato del Instituto de Seguridad Social.
El Ministerio Público, se sobreentiende, también hace las suyas tras las denuncias presentadas. A su debido tiempo, si es del caso, presentará los elementos de convicción para acusar.
Del referido informe se desprenden convenios suscritos por el hospital con varias entidades y particulares para, presuntamente, evadir procesos de contratación pública y facilitar los contratos “a dedo”.
Se suman posibles abusos de los dirigentes de aquel sindicato poderoso e influyente, y a cuyos patrimonios habría ido a parar el dinero descontado a los trabajadores a pretexto de capacitarles.
Se perfila un presunto enriquecimiento ilícito de tales dirigentes, tres en total, cuyos familiares entraron a laborar en el hospital de Cuenca y en el de Loja. Uno de ellos tendría 23 parientes. Insólito de creer.
Esas acciones, entre otras, han degenerado el sindicalismo público, cuyas prebendas, abusos y corrupción salieron a luz en estos últimos meses.
Si esto es grave, también lo sería el silencio hasta cierto punto cómplice de los trabajadores del hospital, o de otras instancias administrativas, y hasta de quienes dirigieron la casa de salud y la propia Dirección Provincial del Instituto.
A ese panorama gris se agrega el calamitoso estado de la infraestructura del hospital. Un video elaborado por un ciudadano de reconocida trayectoria política muestra el subterráneo por el cual cruzan tuberías viejas y podridas, archivos abandonados, un cuarto donde el personal se cambia de ropa casi en medio de las ratas, ventoleras averiadas y patios posteriores convertidos en bodegas.
¿Quiénes son los responsables de semejante estulticia?