¡Aguante Yuliano!

Santiago León

Lo que le ocurrió a Yuliano nos puede pasar a cualquiera de nosotros. El joven fue víctima de la delincuencia, algo que ya se ha convertido en un acontecimiento común en las calles del país. Si no me cree, haga un pequeño censo en su casa y pregunte quién no ha sido víctima de los «shoros».

¡Carambas! Es que los ecuatorianos ya estamos hasta la coronilla. No aguantamos más poner un pie en la vereda y que los malandrines se nos lleven todo. Y claro, cuando nos defendemos y esas ratas resultan heridas o mueren, nosotros somos los culpables. Así de irracionales son las cosas aquí.

Yuliano se cansó. Se cansó al igual que todos. Al ver a esos desalmados que antes le robaron y golpearon, les lanzó el carro, y los angelitos se fueron al más allá. Eso sí, la justicia, siempre oportuna, siempre «transparente», decidió que Yuliano vaya preso por homicidio culposo. Y de yapa, ha de tener que dar billete a los familiares de las «víctimas». Jurídicamente lo llaman «reparación».

Carajo, ¿quién entiende lo que ocurre en este país? Los cabecillas de los grupos armados son agarrados con armas de grueso calibre, con droga, con dinero, y los jueces, en menos de que cante un gallo, los dejan libres porque dicen que no hay pruebas. Pero si un pobre ciudadano se defiende de los delincuentes, lo quieren fundir en la cárcel.

¿Pueden imaginarse? Hay políticas que defienden a los pilluelos. Lloran en medio de la Asamblea Nacional porque los ladroncitos roban ya que no hay oportunidades. ¡Entonces hagan algo! En lugar de estar pasando el tiempo festejando el Día del PlayStation, ¿por qué demonios no endurecen las leyes? En vez de pasar el tiempo con juicios políticos, promuevan el incremento de los presupuestos para la seguridad o faciliten la creación de empleo.

El país atraviesa por un estado de coma y por parte de los asambleístas se ha hecho poco o nada. Mientras tanto, ¿qué le decimos a la familia de Yuliano? Que el sistema es así y que hagan tripas corazón. Que en otra oportunidad se deje robar porque los malandros tienen más derechos. Si hay pobreza o inseguridad, no es culpa nuestra; ha sido por la mala clase política. ¡Despabílense, mequetrefes! (O)