El 1 de julio de 2015, José Serrano, ministro del Interior del correísmo, irrumpió en la siempre tormentosa tranquilidad de los ecuatorianos, anunciando la inminencia de un golpe de Estado que se daría al día siguiente, fecha en la cual los sectores sociales, estudiantes, maestros, trabajadores y ciudadanía habían anunciado una jornada de protesta pacífica contra el régimen, cansados por la prepotencia y corrupción generalizada en el gobierno.
Muy suelto de huesos, con su mirada taciturna y como si tuviera escozor en los ojos, relató, a través de un escrito, que los cabecillas de la toma del poder serían Andrés Páez, Lourdes Tibán, el coronel (sp) Mario Pazmiño y Luis Villacís; detalló con una seguridad casi infranqueable, que en esta jornada se utilizarían “palos con puntas”, “globos con pintura”, “pimienta en polvo para perros y caballos”. Las acciones de la estrategia desestabilizadora serían transmitidas “minuto a minuto” por Janeth Hinostroza, sea desde Carondelet, los aeropuertos de Guayaquil y Quito, hasta las fronteras terrestres de Huaquillas y Rumichaca.
El jueves 2 de julio, las protestas fueron por demás tranquilas, pero firmes; en 2017, se realizaron las elecciones y Lenin Moreno ganó la presidencia. Serrano ocupó el cargo de presidente de la Asamblea Nacional (AN) entre el 14 de mayo de 2017 y el 9 de marzo de 2018, luego de lo cual fue destituido por supuesta conspiración.
Su salida de Ecuador hacia la Florida dejó siempre una tela de duda, porque su estatus social se volvió visible al aparecer como un hombre poderoso y de altos recursos económicos. Alejado, aparentemente, de la vida política del Ecuador por un largo periodo, empezó a aparecer en las redes sociales con sus comentarios cáusticos hacia los expresidentes Moreno y Lasso, pero de manera radical contra Daniel Noboa.
Era un secreto a voces que Serrano iba a ser precandidato a la presidencia cobijado por Centro Democrático propiedad del cínico Jairala, de quien es mejor no hablar. Al llegar la hora, no se inscribió de manera presencial, y se mandó otro relato como el del 1 de junio de 2015: “He llegado a la conclusión de que no es posible seguir adelante sin poner en grave riesgo mi vida y la de mis seres queridos. Las condiciones de seguridad en nuestro país no permiten una campaña política normal. He recibido amenazas directas y claras, y he sido advertido de que, si regreso a Ecuador, se activarán ‘falsos positivos’ para detenerme bajo pretextos fabricados”. “Hay una orden del presidente Noboa, de que a mi llegada me detengan y me envíen a la Roca”.
Estos relatos, por carencia de realidad, están condenadas a “vagar eternamente por el limbo de los cuentos”.
Correa se quedó con las ganas de poner a uno más de sus fieles seguidores como candidato chimbador, para reducir los votos de los serios opositores a la Revolución Ciudadana. Que siga nomás Serrano, mientras pueda, disfrutando de las playas en USA. (O)