Días atrás, en un recorrido con vehículos de dos ruedas, en donde priman la tertulia y fotografías para el recuerdo, uno del grupo salió aparentando tener un piercing en pabellón auricular izquierdo, cuando era simplemente un montaje, porque el adusto profesional es serio y muy varonil. Entonces, la interpretación perspicaz de su colega cirujano, no era más que un espejismo o un sarcasmo exprofeso sobre su virad.
La broma me dio para pintar brevemente la moda. Ésta es parte de la identidad cultural y la cultura es fuente de vida espiritual, por tanto, el sustento de todo sistema de valores. Cuando se habla de moda, ésta se orienta más al asunto de vestir y de la búsqueda de un mejor lucimiento, un asunto en donde está siempre el mercado, las empresas, los diseñadores, los talleres y la multitud de trabajadores.
Cuenta la leyenda que existió un personaje en la antigua Grecia que siempre iba desnudo, en la espera de que se estableciera la moda definitiva, para entonces recién comprar su ropa. Usted, estimado contertulio, colegirá conmigo que el personaje habrá muerto en “pelotas”, porque la moda es tan cambiante como el color del camaleón o las “ideologías” de los políticos de Absurdislandia, en donde los presidenciables son más que los dueños de chongos.
Una de las modas que asomó en este siglo y se ahondó con la ideología de género ha sido los piercings, que en inglés significa perforación y que en castellano un anillo corporal. Cada vez son más las personas, sobre todo adolescentes y jóvenes, con perforaciones en los lóbulos de orejas, cejas, lengua, alas y tabiques de la nariz, mentón, pezones, ombligo y hasta en los genitales.
Si es cierto que los piercings se incrementaron con la difusión de la Ideología de género, es imposible determinar cuándo comenzó. Se conoce que en Roma los miembros de la guardia del César usaban aros en los pezones para demostrar hombría, audacia y valor. En la actualidad tiene otras connotaciones, que el lector fácilmente puede inferir.
Colofón: hay opiniones médicas científicas y responsables en contra del uso de los piercings por producir tumores en los cartílagos, granulomas, infecciones… Quienes utilizan en genitales y pezones, los psicólogos y psiquiatras señalan que hay un componente sexual apasionante en el dolor y el malestar que produce. Esta atracción por la penetración y el dolor puede convertirse en adicción, y sin dudas que su personalidad está muy dañada.
¡La moda pasará y las secuelas quedarán! (O)