El modelo catch-all party de Otto Kircheimer explica la transformación de los partidos políticos que, surgidos desde cofradías cerradas, se transforman con el triunfo del sufragio universal para priorizar el reclutamiento de militantes como fuerza electoral, por sobre la identidad ideológica.
De núcleos ideológicos a organismos de masas los partidos políticos enfrentan una transformación kafkiana que los redefine, tanto en estructuras, cuanto en contenidos y sistemas de integración, contenidos y movilización. El discurso busca nuevas formas de articulación con la opinión pública y la representación del interés colectivo prima, en el ejercicio narrativo, sobre el interés gremial.
De la ideología a la masa, el ejercicio político descubre, en la práctica narrativa y el discurso una estrategia de masas que se basa en la explotación de las contradicciones y la representación del pueblo como atributo positivo contra un enemigo que busca el poder que lo explota y somete. En este contexto demagogia y populismo nacen, crecen, se consolidan, conquistan y someten la democracia, la metamorfosis da pie a un ejercicio político electoral que se reproduce sobre prácticas paternalistas, clientelares y corruptas de gestión de lo público.
A puertas de arrancar una nueva carrera hacia Carondelet, con más candidatos que alternativas, caminando sobre la cornisa de una profunda crisis económica, ambiental y política que se expresa en: un acelerado proceso inflacionario que, producto del incremento del impuesto al valor agregado y la liberación del precio de las gasolinas, no parece podamos controlar en el mediano plazo; una crisis de seguridad sin precedentes que ha trascendido la gestión de tres gobiernos y tampoco da señales de que la podamos superar en el mediano plazo; y, una crisis ambiental, una sequia prolongada que nos enfrenta con los riesgos de racionamientos de energía eléctrica y agua potable.(O)