Un gran avance de la ciencia aplicada ofrece la invención del robot y su versión del dron, es un proceso iniciado por el ingenio científico para agilizar los servicios desde la electrónica, la cibernética, telemática y la inteligencia artificial en beneficio de la naturaleza, la humanidad y la vida.
Esta puntualización la hago porque vemos drones programados para la guerra y el crimen organizado, o la electrónica en la multiplicación de estafas y suplantación de identidades.
Cabe definir una legislación internacional y poder supranacional que asegure la utilización exclusiva de la inteligencia artificial y del robot en el servicio legítimo del comercio, movilidad y comunicación mundial, en la detección de patologías y tratamiento médico y quirúrgico, en la informática jurídica y el universo de los servicios públicos y privados, como la educación, coadyubando al conocimiento crítico por el acervo bibliográfico, los cálculos matemáticos y diseños arquitectónicos. Tengamos en cuenta que el robot es un invento del ser humano, al que califican de ´humanoide´ por el diseño de sus inventores, condición que exige respuestas a preguntas necesarias, como una clave: ¿quiénes son estos dómines? Porque todo depende de la moral y ética de sus dueños y programadores
En días anteriores un dron impactó en la cárcel de alta seguridad La Roca, desafiando la razón de ser del sistema punitivo del Ecuador o, se usa como arma mortífera en las guerras de Rusia con Ucrania e Israel con Hamás.
Punto necesario a exigir en el uso positivo del conocimiento científico y de la tecnología, es su aportación a la justicia penal, tal el caso de las investigaciones del magnicidio de Fernando Villavicencio. En el complejo nivel de la seguridad jurídica, considero que la investigación penal debe ser potenciada para ajustar los procedimientos científicos en la superación del instinto atávico que afecta la conciencia ética del ser humano. (O)