¡Desolación!

Ana Abad R.

Es una catástrofe ambiental de gran magnitud, con efectos imponderables para la biodiversidad y el equilibrio de los ecosistemas los incendios forestales que están arrasando extensas zonas de bosques, en todo el continente americano; aunque las consecuencias podrían ser evaluados a mediano y largo plazo, es probable que ya muchas especies de flora y fauna hayan desaparecido. En nuestro país más doce mil hectáreas han sido arrasadas por el fuego, acciones criminales imperdonables serían, según las autoridades, las causas de esta triste y dolorosa situación: cada hectárea quemada significa la destrucción de un hogar para innumerables especies de plantas y animales. Los efectos podrían ser mayores e irreversibles si, además del daño provocado por estos incendios, permitimos que las enloquecidas pretensiones mineras de este gobierno entreguen el territorio nacional a las transnacionales mineras. Las reuniones mantenidas por el señor Noboa con el presidente de Dundee Precious Metals, empresa canadiense que insiste –con argucias legales absurdas, entrega de insultantes dádivas a la población y la protección de toda la estructura del Estado– explotar Quimsacocha, es ya un acto antidemocrático que irrespeta la contundente decisión de la población en las urnas que dijo: ¡No a la minería!  (O)