Luego del archivo de los juicios políticos contra la fiscal Diana Salazar, hay algunos elementos que merecen una segunda lectura. A diferencia de otros procesos como el de la ministra Mónica Palencia, asociado a los resultados poco eficientes en seguridad, el juicio a Salazar fue parte de la plataforma política de la Revolución Ciudadana. El rol de la Fiscalía fue clave en el impedimento de la candidatura de Correa en 2021 y en la interpretación que la población hizo del magnicidio de Fernando Villavicencio. De manera que la agenda política del correísmo tenía un primer y casi único tema: La Fiscal.
Sin embargo, por equivocadas o no que puedan estar las motivaciones, los hechos sobre la gestión de la Fiscalía debieron ser sujetos a fiscalización. Eso no sucedió. Los argumentos, a favor o en contra, no serían escuchados ni en la Comisión, ni en el Hemiciclo. Ya sea por errores del correísmo como por decisiones políticas de otras bancadas, Salazar estaba blindada.
Así las cosas, el último recurso, tanto para la Fiscalía como para el correísmo, fue el de la guerra de narrativas. Salazar en YouTube, y el correísmo en la prensa internacional, expusieron sus relatos ante la opinión pública. De darse el juicio, indistinto de los resultados, al menos se exponían los casos y se podían discutir algunos argumentos que asambleístas como Gissela Garzón plantearon al solicitar el juicio político. Particularmente se exigían explicaciones por las cuales el caso León de Troya no se había investigado con la agilidad, atención y recursos que otros, más mediáticos, sí recibieron. Un proceder que dejó entrever que la Fiscalía se prestaba para un manejo de pesos y contrapesos a conveniencia de otras agendas. Por su parte la fiscal Salazar calificó a sus acusadores de pretender un “narco juicio” por la supuesta búsqueda de impunidad que, en su opinión, era lo que motivaba a sus detractores políticos. Nada de eso se podrá saber con certeza. La clave en la guerra de narrativas no está en conquistar la verdad, sino en dejar la duda. Y esta quedó sembrada.
Los hechos de los últimos días nos dejaron ver un realpolitik a la ecuatoriana, jueces, fiscales, asambleístas, todos reciben presiones o presionan y dependen de quien tiene agenda y requiere acceder o conservar poder, indistinto del color de la bandera política. (O)