Es hora de que sientan culpa

Ma. Isabel Cordero mi.cordero@sendas.org.ec

Las últimas semanas ha sido noticia global el caso de Gisele Pelicote, una mujer que fue violada por más de 50 hombres a lo largo de años, bajo la mirada de su marido, quien la drogaba y organizaba que este delito se concrete. Las condiciones para que Gisele descubra lo que vivía fueron casualidad, un error inesperado de su agresor.

Este caso no dista significativamente de las múltiples formas de explotación y trata sexual a las que miles de mujeres y niñas se ven expuestas a diario en todo el mundo, mueve millones de dólares, es un negocio. El caso de Gisele plantea la importancia de hacer público los hechos para sacar del foco de atención a la víctima, y ponerla en los agresores, un grupo de hombres que más allá de sus perfiles, cometieron un delito sexual, permitieron que los filmaran mientras lo hacían y se sintieron poderosos.

Las violaciones grupales, la pederastia, los incestos, la esclavitud sexual, la pornografía infantil, pese a estar penalizados legal y socialmente, son parte una practica más común de lo que quisiéramos, en Ecuador una mujer es violada cada hora, hay una cultura que avala, silencia y sostiene la violencia sexual, y son las victimas las que se cargan la vergüenza y la culpa. Como dice Pelicote, es hora de que los agresores sientan culpa y den la cara. (O)