A unos no se les antoja tanto la Presidencia de la República cuanto la Fiscalía General, el verdadero poder tras el poder, por el poder que tiene quien dirige el Ministerio Público, con mayor razón en estos tiempos en los cuales se busca “venganza total”, proliferan las plagas, la metástasis de muchos cánceres sigue invadiendo el cuerpo de la República, se quiere evitar más purgas en este purgatorio ecuatorial, se quiere cambiar rabos de paja por ramos de olivo, y los leones se han dado cuenta de que sí pueden convertirse en vegetarianos.
Aquel es su mejor antojo, no tanto el Ejecutivo por el desgaste tempranero, por tantos y tantos problemas (y qué problemas) que resolver; porque está sometido a ese otro poder, el “Fregativo”, en el cual todos conciertan para fregar y hasta pueden destituir Presidentes; o a ese otro también gran poder, el Constitucional, que bien puede mandar a que se renuncie a la luz del sol si así lo quieren unos pocos fanáticos.
Y para satisfacerles aquel antojo tienen sus propios meseros, meseros que preparan los aliños con los cuales se ha de elegir al nuevo fiscal, sin importar que demuestre probidad notoria, o que una maestría en una universidad de garaje vale más que un PhD; que por declararse indígena tendrá más puntos que un mestizo, en suma, todo cuanto ahuyente a los mejores juristas y se abra el camino para los serviles, de esos que ahora se gradúan por montones.
Otros, porque, en el fondo, se les antoja sacar provecho de la inseguridad y, a lo mejor, la azuzan con comentarios baladíes o haciendo creer a la gente que a las hordas de delincuentes criminales, hermanadas con las mafias politiqueras y hasta judiciales, se las puede combatir en un santiamén como a ratón que se come los restos del queso.
A otros se les antoja que no llueva, que estalle la crisis eléctrica, que se dañe cuanto antes la barcaza Emre Bey, que siga bajando la producción petrolera; que si es posible, que se muera la Vicepresidente; que retornen los prófugos de la Justicia con Fito a la cabeza, o que periodiqueros de boina y ñaños de mafiosos, pretextando persecución huyan de la Justicia, camuflándola con asilo.
Otros, fieles a su negocio político, tampoco desean ir a Carondelet, aunque pondrán chimbadores, porque su verdadero antojo es ir a la Asamblea, integrar mayorías para gobernar tras bastidores, intercambiar favores, repartos, viajar y viajar; ah, y joder y joder al pobre que se faje la banda presidencial.
Son tantos los antojos, antojos que esconden las verdaderas intenciones políticas y politiqueras. Habrá que ser una antología de la “antojología”. (O)