No hay en quién creer

Luis Muñoz Muñoz

Luis Muñoz

Todos los Presidentes del Ecuador, que hemos elegido, en tiempo de campaña electoral han manifestado como su principal slogan en la campaña electoral, luchar denodadamente  contra la corrupción , «descorreizar», las altas esferas y los cargos estratégicos ocupados por la huestes de  Rafael Correa,  enquistadas en el poder, desterrar la pobreza y el desempleo lo cual solo quedó en promesas incumplidas y nada más, sin embargo con éste señuelo y teniendo como carnada lo más sentido y añorado por el pueblo ecuatoriano, captaron  la mayoría  de votos para llegar al solio presidencial, decepcionando a sus electores que confiaron ciegamente en  el discurso político, de quienes aspiraban al sillón presidencial en Carondelet hoy la historia se repite ya escucharán  en la campaña  que se aproxima el mismo desgastado discurso de siempre, pero para creerles tendrán que decirnos  como lo van hacer y cuáles son las estrategias y tácticas a utilizarse  para restablecer la seguridad  social y pública, acabar con la corrupción, luchar contra la pobreza y el narcotráfico  entre  otros aspectos, como dotar al país de  escuelas, colegios, hospitales , médicos y medicinas, como alcanzar erradicar la desnutrición infantil y como distribuir la riqueza  equitativamente, así como lograr una atención oportuna y especializada a adultos mayores, jubilados y personas vulnerables y que se encuentran en alto riesgo, así  como lograr elevar a un techo  por lo menos de  mil doscientos dólares de las pensiones jubilares, con el objeto de que  nuestros jubilados tengan una vida digna y no se debatan en la miseria como en la actualidad, sin que les importe  » un comino» a los burócratas del IESS, que  se han tomado  ésta Institución con fines de lucro y no de servicio a la clase lo cual ha hecho que una gran mayoría de jubilados perezcan de necesidad  por falta de alimentos, medicinas y atención  médica oportuna. Si consideramos la inmoderada e injustificada  alza de los precios de los artículos de primera necesidad, así como  las medicinas que  se encuentran inalcanzables  para la clase media y baja de éste país. Desde su asunción al poder de los Gobiernos de turno no han hecho nada para palear el desempleo y la informalidad que son el principal problema que no se preocupan de  enfrentar  los mandatarios ni las carteras de  Estado encargadas de solventar este problema. Otra oferta fue  eliminar  el Consejo de Participación Ciudadana, el mismo  que sigue  » vivito y coleando», ni siquiera se ha hecho el intento  de desmontar la estructura  de los  anteriores Gobiernos, esto es la red gubernativa  que sigue imperando luego de más de   dieciocho años. Se viene  sosteniendo  que se lucha contra la inseguridad y la corrupción y  aquello  es solo una cortina de humo que entretiene al pueblo, para que no reclame  sobre las medidas drásticas que golpean la economía de las clases populares, como el alza del  costo de los combustibles, el desmedido valor de alimentos y medicinas, la atención precaria de salud donde no existen medicamentos  para los  usuarios.  Aún persiste la escuela unitaria  en los barrios y caseríos con un solo profesor que tiene que hacerlo de «sábelo todo» para poder  por lo menos  enseñar el alfabeto y con ello leer y escribir. Para salir de la situación actual, se necesita que la economía crezca, de forma sostenida, a tasas superiores al 5.5 por ciento. Para conseguir dicha meta, se debe impulsar la producción agropecuaria, la industria  y la minería técnica y controlada racionalmente para no perjudicar el medio ambiente, se debe formalizar las ocupaciones conveniente, promover las exenciones tributarias para las empresas que generen nuevos puestos de trabajo, en especial para las personas que acceden por primera vez al mercado laboral, ya que el desempleo para jóvenes entre 16 y 25 años es del 34 por ciento, uno de los más altos en América Latina. Si no se rectifican rumbos, el común de los mortales dirá » más vale  haber muerto a temprana edad, que morir cada día de hambre y miseria en un país  lleno de riquezas», que se reparten día a día los políticos en la Asamblea y en el Gobierno. (O)