Todos los Presidentes del Ecuador, que hemos elegido, en tiempo de campaña electoral han manifestado como su principal slogan en la campaña electoral, luchar denodadamente contra la corrupción , «descorreizar», las altas esferas y los cargos estratégicos ocupados por la huestes de Rafael Correa, enquistadas en el poder, desterrar la pobreza y el desempleo lo cual solo quedó en promesas incumplidas y nada más, sin embargo con éste señuelo y teniendo como carnada lo más sentido y añorado por el pueblo ecuatoriano, captaron la mayoría de votos para llegar al solio presidencial, decepcionando a sus electores que confiaron ciegamente en el discurso político, de quienes aspiraban al sillón presidencial en Carondelet hoy la historia se repite ya escucharán en la campaña que se aproxima el mismo desgastado discurso de siempre, pero para creerles tendrán que decirnos como lo van hacer y cuáles son las estrategias y tácticas a utilizarse para restablecer la seguridad social y pública, acabar con la corrupción, luchar contra la pobreza y el narcotráfico entre otros aspectos, como dotar al país de escuelas, colegios, hospitales , médicos y medicinas, como alcanzar erradicar la desnutrición infantil y como distribuir la riqueza equitativamente, así como lograr una atención oportuna y especializada a adultos mayores, jubilados y personas vulnerables y que se encuentran en alto riesgo, así como lograr elevar a un techo por lo menos de mil doscientos dólares de las pensiones jubilares, con el objeto de que nuestros jubilados tengan una vida digna y no se debatan en la miseria como en la actualidad, sin que les importe » un comino» a los burócratas del IESS, que se han tomado ésta Institución con fines de lucro y no de servicio a la clase lo cual ha hecho que una gran mayoría de jubilados perezcan de necesidad por falta de alimentos, medicinas y atención médica oportuna. Si consideramos la inmoderada e injustificada alza de los precios de los artículos de primera necesidad, así como las medicinas que se encuentran inalcanzables para la clase media y baja de éste país. Desde su asunción al poder de los Gobiernos de turno no han hecho nada para palear el desempleo y la informalidad que son el principal problema que no se preocupan de enfrentar los mandatarios ni las carteras de Estado encargadas de solventar este problema. Otra oferta fue eliminar el Consejo de Participación Ciudadana, el mismo que sigue » vivito y coleando», ni siquiera se ha hecho el intento de desmontar la estructura de los anteriores Gobiernos, esto es la red gubernativa que sigue imperando luego de más de dieciocho años. Se viene sosteniendo que se lucha contra la inseguridad y la corrupción y aquello es solo una cortina de humo que entretiene al pueblo, para que no reclame sobre las medidas drásticas que golpean la economía de las clases populares, como el alza del costo de los combustibles, el desmedido valor de alimentos y medicinas, la atención precaria de salud donde no existen medicamentos para los usuarios. Aún persiste la escuela unitaria en los barrios y caseríos con un solo profesor que tiene que hacerlo de «sábelo todo» para poder por lo menos enseñar el alfabeto y con ello leer y escribir. Para salir de la situación actual, se necesita que la economía crezca, de forma sostenida, a tasas superiores al 5.5 por ciento. Para conseguir dicha meta, se debe impulsar la producción agropecuaria, la industria y la minería técnica y controlada racionalmente para no perjudicar el medio ambiente, se debe formalizar las ocupaciones conveniente, promover las exenciones tributarias para las empresas que generen nuevos puestos de trabajo, en especial para las personas que acceden por primera vez al mercado laboral, ya que el desempleo para jóvenes entre 16 y 25 años es del 34 por ciento, uno de los más altos en América Latina. Si no se rectifican rumbos, el común de los mortales dirá » más vale haber muerto a temprana edad, que morir cada día de hambre y miseria en un país lleno de riquezas», que se reparten día a día los políticos en la Asamblea y en el Gobierno. (O)
DZM
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.
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