Es una obvia pregunta que todos nos planteamos, pero para la que no hay una respuesta unánime. Quien se atreve a darla, convencido de estar diciendo la verdad, siempre encontrará detractores que no acepten su propuesta, porque chocará con sus particulares perspectivas. Y tienen legítimo derecho de oponerse si ésta no se acopla a sus convicciones, por lo que es mejor prudentemente callar y respetar al otro.
Y si esto es así, yo tampoco puedo ni debo atreverme a dar una respuesta concluyente, más aún, haciéndolo con un tono determinante. Pues, aunque exista una religión verdadera, como efectivamente debe existir, y yo este racionalmente convencido de ella, no tengo autoridad alguna para imponerla a nadie. Lo que sí puedo hacer, con el ánimo de ayudar a encontrarla, es invitar a que cada persona la busque por sí misma, con empeño y honestidad. Búsqueda que no ha de emprenderla desprovista de herramientas, que pronto le conviertan en una marioneta suelta a su suerte, que vaya a parar en cualquier lugar, sino adherido a derroteros que sean capaces de llevarle a buen puerto.
¿Qué debería caracterizar a una religión para ser tenida como verdadera? Aquí dejo algunos orientativos que pueden facilitar su identificación, y son estos: 1- Revelación divina: La religión debe tener una fuente de revelación divina, como un texto sagrado o una tradición profética. 2- Consistencia con la razón y la lógica, sin requerir que se suspenda el juicio crítico. 3- Evidencia empírica capaz de respaldar las afirmaciones de la religión, como milagros, profecías cumplidas o experiencias místicas verificables. 4- Moralidad objetiva y absoluta, que no dependa de la opinión personal o cultural. 5- Profundidad espiritual, que facilite una comprensión profunda de la naturaleza humana, el propósito de la vida y el destino final. 6- Transformación personal: La religión debe ser capaz de transformar la vida de las personas, ayudándoles a crecer integralmente. 7- Fomento del bien común, promoviendo la justicia, la compasión y la solidaridad. 8- Coherencia interna, es decir, una cosmovisión coherente y lógica, sin contradicciones internas. 9- Universalidad, y que como tal, sea aplicable a todas las personas, en todos los lugares y en todos los tiempos. 10- Continuidad histórica: La religión debe tener una continuidad histórica, es decir, una tradición que se remonte a sus orígenes.
Yo he analizado responsablemente mi religión y me alegra de haberla encontrado, pese a las sombras que siempre acompañan, repleta de estas particularidades. (O)