Hace unos años parecía que el terrorismo solo afectaba a unas cuantas regiones aisladas del planeta. Pero últimamente se ha extendido por todo el globo, sin embargo, no se trata de un fenómeno nuevo. Empecemos por definir el termino terrorismo. El diccionario lo define “forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a los adversarios o a la población en general”. Existe dos características esenciales que lo distinguen de otros tipos de violencia. Aquel que va dirigido contra los no combatientes… Y, en segundo lugar, los que lo utilizan para causar miedo, y no para causar daños físicos; que es lo que diferencia un acto terrorista de un asesinato o un ataque violento de otro tipo. La violencia tiene raíces muy antiguas. En Judea, los denominados celotes, que buscaban su independencia del dominio romano. Muchos de ellos recibieron el nombre de sicarios, porque degollaban a sus enemigos o lo apuñalaban por la espalda. Hay quienes ven en los celotes el inicio del terrorismo tal como lo conocemos hoy. Sea verdad o no, ese tipo de violencia ha dejado huellas profundas en la historia de la humanidad.
Los seres humanos llevan miles de años tratando de resolver sus problemas políticos y sociales; sus intentos han resultado fallidos. En nuestro país el Ejecutivo, a la violencia delincuencial, lo ha llamado «terrorismo» y de ello se desprende, por extensión a los llamados «Vacunadores» que no son más, que extorsionadoras económicas: muerte sufrimiento y destrucción. Concluyo como lo hace el médico al consolar a su enfermo: está mejorando! Y cuando le preguntan al enfermo: ¡Me estoy muriendo de mejoría! (O)