Byung-Chul Han en su libro La sociedad paliativa, indica que el dolor es una negatividad necesaria que nos conecta con el sentido de la vida. El dolor sería una puerta de entrada a la experimentación de ese estar-vivo, una verdad plenamente subjetiva que, sin embargo, es universal, y aunque es intrasmisible nos conecta con los otros. La negatividad del dolor es la posibilidad del pensamiento, y también de lo distinto. Solo desde el dolor se puede leer el mundo con los ojos de la emancipación, el cambio y el amor a la vida, solo desde el dolor surge esta dialéctica de la liberación. Por supuesto que no se trata de hacer un elogio del dolor, sino mostrar que, en la sociedad neoliberal, que es una sociedad algofóbica (que teme el dolor), se generan mecanismos para cubrir el dolor por ser inconveniente. Pero el dolor no ha desaparecido, al contrario, se ha incrementado hasta el horror cotidiano. Pero los seres humanos nos hemos insensibilizado.
El régimen algofóbico genera una pedagogía de la frialdad que al mismo tiempo es práctica de la insolidaridad. El solipsismo y el alejamiento de los otros, que causa un quebranto profundo, se corrige con todo tipo de analgésicos, incluidas las redes sociales. El dolor transforma la inteligencia y la convierte en espíritu, estimula la imaginación y abre el mundo de las alternativas para salir del infierno algorítmico de lo igual. (O)