Esta es la historia de una ecuatoriana que trabaja como investigadora del cáncer de mama en Nashville, Estados Unidos. La doctora Paola Alexandra Molina Alvarado, de 38 años, es originaria de la ciudad de Cuenca.
Desde su infancia su pasión por la ciencia la ha llevado a superar desafíos académicos y a realizar investigaciones fundamentales en biología celular y molecular, con el objetivo de desentrañar los misterios del cáncer y contribuir al avance de tratamientos efectivos.
La infancia de Paola fue en Ecuador
Relata que sus padres la llevaron a los Estados Unidos por primera vez cuando apenas tenía tres años, pero cuando cumplió 10, regresaron a Ecuador, es así que, parte de la escuela y el colegio los cursó en unidades educativas de Cuenca.
Luego, cuando tenía 15 años, volvió al país norteamericano. Allí concluyó sus estudios de secundaria y accedió a la Universidad de Cumberland, en Tennessee.
Posteriormente, realizó su posgrado en la Universidad de Middle Tennessee, donde se especializó en biología. Finalmente, cursó su maestría y un doctorado (PhD) en biología celular y molecular.
Profesional como investigadora
Su labor como investigadora inició en 2012, incluyendo sus proyectos de graduación. Actualmente, trabaja en el laboratorio del doctor Ian Macara, un investigador famoso que comenzó indagando sobre la polaridad celular, una característica que las células pierden cuando inicia el cáncer.
Descubrió muchas proteínas importantes para ese proceso.
Explica que, los científicos han realizado estudios para saber cómo inicia el cáncer, así como, cómo las células pierden sus características normales y se convierten en células malignas.
El objetivo es entender ciertos fenómenos que ocurren al originarse el cáncer. Por ejemplo, en el inicio de esta enfermedad catastrófica de mama, se estudia cómo aparecen las células cancerígenas y cómo se comporta el cuerpo humano ante esta dolencia.
El gusto por la investigación científica
Paola Molina cuenta que desde pequeña le encantaba la ciencia. En el colegio, su materia favorita era ciencias naturales. Para cuarto año de secundaria, decía que quería estudiar químico biólogo porque deseaba ser médico.
Cuando viajó a Estados Unidos, afrontó las dificultades de estudiar Medicina, pero sobresalió y alcanzó sus ideales. Recuerda que se necesitan muchos requisitos, entre ellos, hacer investigaciones. Inició en un pequeño laboratorio haciendo estudios en unos gusanos. “En estos animales, que son tan sencillos, había muchas cosas que se podían aprender para los humanos”, explica.
Se interesó más en comprender cómo en los organismos simples surgen enfermedades y complicaciones que eventualmente se convierten en enfermedades humanas. Ella ha buscado entender los comportamientos a nivel molecular para crear medicinas o tratamientos para estas enfermedades.
Toda su vida le ha apasionado la ciencia. “Es una pasión hecha trabajo”, indica. Siempre nos hacemos preguntas y eso guía la investigación.
Menciona que el doctor Macara apoya y facilita las investigaciones. En el laboratorio donde trabaja hay acceso a muestras de ratones o, si se necesitan, muestras de pacientes. Es un laboratorio académico con muchos recursos. Cada investigador tiene su espacio de trabajo. Hoy en este laboratorio laboran 10 investigadores.
Cinco años de investigación científica
Detalla que desde el año 2019 inició su investigación científica sobre el cáncer de mama. Espera llegar a conclusiones de este estudio y publicar los resultados en enero de 2025.
Señala que es un proceso demorado porque los resultados deben someterse a un proceso de revisión. Espera registrar conclusiones sólidas, ya que los científicos no creen todo lo que les dicen.
Al final del día, hay que entender el cáncer y saber cómo se utiliza esa información. Su informe lo espera publicar en revistas de contenido científico acreditadas para la difusión de artículos de investigación.
Califica su labor de investigación como una “relación de amor y odio” porque se investiga de distintas maneras. Han pasado cinco años de su vida trabajando horas y horas, pero la finalidad es contribuir a la humanidad, menciona.
De los resultados de su trabajo podrían surgir varios proyectos en beneficio de la salud humana. “Hemos hecho buenos avances; algunos cánceres son más complicados que otros. Hay buenos resultados que han dado pasos hacia tratamientos. En el cáncer de mama hay buenos avances”, reflexiona.
Menciona que en la medicina se puede retirar un seno y la persona puede vivir, pero no es lo mismo cuando la enfermedad del cáncer afecta al cerebro.
Califica como positivo el avance de las investigaciones científicas.
Paola Molina formó su familia en Nashville, y el resto de sus allegados vive en Ecuador. Menciona que al menos cada dos años trata de viajar a Ecuador de visita. Algunos de sus allegados son nativos de la parroquia Checa. (I)