Si la solidaridad tuviera un rostro, sería el de Giovanni Fernández, un migrante ecuatoriano de 56 años que vive en Patchogue y que ayuda a migrantes en Estados Unidos (EE.UU.) y a personas en condición de pobreza en Ecuador.
Fernández, quien reside desde hace 34 años en EE.UU., lidera un grupo de compatriotas, en su mayoría ecuatorianos, que ha organizado más de 3.000 bingos, eventos artísticos y encuentros deportivos para recaudar dinero.
“Yo creo que ya vamos ayudando a más de 3.000 personas, les entregamos el dinero que recaudamos, este es un apoyo para que puedan pasar el mal momento que a veces nos puede tocar…”, dice este compatriota.
Estos fondos generalmente sirven para financiar tratamientos médicos, comprar alimentos, adquirir medicinas y prótesis, cancelar trámites, repatriar cadáveres, construir casas y cubrir deudas de migrantes que han fallecido o están enfermos.
“Cuando piden ayuda o conocemos de un caso enseguida, nos organizamos, definimos tareas como preparar comida, invitaciones, premios y otras cosas… Hacemos el evento y recaudamos el dinero para ayudar enseguida…”, cuenta.
Giovanni Fernández, migrante ecuatoriano, recibió un reconocimiento en Gualaceo
Por su labor solidaria, el Municipio de Gualaceo en las fiestas por el bicentenario de este cantón le entregó una presea. Dedicó este reconocimiento a la comunidad de migrantes en el país del norte.
Cuando tenía 22 años, en 1990, Fernández viajó a EE.UU. y cruzó por el desierto. Para emprender este viaje dejó sus estudios en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
Estudió en el Colegio Orientalista Salesiano, en Cuenca, y también fue profesor en algunos establecimientos de la comunidad salesiana en Quito. Cree que esta formación salesiana le marcó un norte en su vida.
Lo que le motivó a irse no fue precisamente la economía, sino el afán de conocer y descubrir nuevos lugares. Y este mismo deseo lo llevó a forjar lazos con la comunidad migrante y a convertirse en un referente de apoyo y solidaridad.
Comunidad de migrantes en Patchogue donde vive Giovanni Fernández, migrante ecuatoriano
“Cuando yo llegué acá en Patchogue había muy poquitos ecuatorianos y por eso fue un difícil, pues no había a quien recurrir, con quien compartir aunque sea una conversación, todo era extraño…”, mencionó.
Apenas llegó, comenzó a trabajar como lavaplatos y, luego de unos dos años, con lo que había ahorrado, compró un auto para laborar como taxista. Después formó una compañía de camiones y llegó a tener 30 empleados.
Ahora conformó una compañía de servicio de ambulancia, que se encarga de transportar, especialmente, a norteamericanos de la tercera edad entre sus casas y establecimientos de salud.
Cruzada solidaria para apoyar a migrantes ecuatorianos en EE.UU.
Recordó que en 1995 comenzó este camino de solidaridad, cuando él y otros empresarios se unieron para encontrar la manera de ayudar a un amigo en común que enfrentaba una enfermedad.
Fue entonces que acordaron hacer un bingo a nivel privado entre los más cercanos y reunieron dinero para apoyarlo. Luego organizaron más eventos y vieron que tenían acogida en la comunidad migrante.
“Al principio era solo entre nosotros, teníamos nuestros negocios, nos iba bien, entonces podíamos ayudar… Entonces vi que esta era la forma en la que también podíamos ayudar a otras personas que necesitan…”, refiere.
Recientes recaudaciones para apoyar a migrantes
En uno de los últimos bingos, dijo que lograron recaudar 47.000 dólares para ayudar a una migrante que está muy enferma. Hace dos meses y medio recaudaron 37.000 para un joven de Gualaceo.
Asimismo, recientemente recaudaron 32.000 dólares para pagar la deuda que dejó un migrante, oriundo de Caguazhún, en Gualaceo, que le detectaron cáncer y murió al poco tiempo de haber llegado a EE.UU. También repatriaron el cadáver.
“Hace poco más de un mes repatriamos cuatro cadáveres a Ecuador, para en algo aliviar el dolor de las familias… Siempre pensamos que nuestro trabajo debe servir para traer algo de **esperanza…”, señala.
Acotó: “En esto no soy solo yo, son muchas personas que se unen, dan su tiempo, que apoyan, gente de un buen corazón, sin ellos esto no podría ser posible, aquí somos como una familia que se une para ayudar…”.
Tres casos que marcaron la vida de Giovanni Fernández
Fernández recuerda que hay tres casos que han dejado una huella profunda en su vida y le han reafirmado la importancia de su labor y el impacto que puede tener en la vida de otros.
“Un día yo salía de misa y un jovencito de unos 17 años se acercó y me agradeció, me dijo que era de Limón y que cuando tenía ocho años le habíamos ayudado y que pudo salvar su vida, dijo que siempre estará agradecido…”, cuenta.
“Otro caso fue el de un joven que ayudamos porque tenía cáncer. Se curó, se casó, tuvo hijos y un día me encontró y me dijo que logró salvar su vida, que está vivo gracias a lo que pudimos ayudarle…”, relata.
Un tercer caso ocurrió durante una visita a Gualaceo donde un señor se le acercó y le dijo que gracias a la ayuda que le dieron volvió a caminar y ahora puede trabajar para su familia.
“Uno se siente tan bien, es algo que no se puede describir, es una sensación tan intensa… Yo le puedo decir que yo disfruto ayudando a las personas, este es mi hobby, somos felices cuando ayudamos, esto nos hace tan felices…”, dice.
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