Sinsabores

Ana Abad R.

Mientras sentimos los sinsabores de los incendios forestales, de la sequía, de la crisis ambiental, energética, alimentaria, económica, ética, de seguridad, educativa, de salud y de muchos otros pendientes y postergaciones que nos han colocado al borde del descalabro social, la desesperanza crece ante el escenario electoral que nos presentan las organizaciones políticas; entidades

 que están entre los organismos con menor credibilidad y confianza en la sociedad ecuatoriana. En medio de un débil estado de derecho, nos enfrentamos a una temporada electoral –con extraños virajes y maridajes políticos– con discursos que con seguridad estarán plagados de ofertas que explotarán las emocionalidades –a flor de piel en estos caóticos tiempos– y el empobrecimiento de las familias ecuatorianas y de la extrema pobreza de un significativo porcentaje de la población. Es preciso romper la cadena de fantasías y engaños en ese macabro juego de máscaras y velos, con que pretenderán cubrir y defender los intereses mezquinos que quieren tomarse todo de lo poco que queda del país, en nombre de la patria, de la democracia, del pueblo, de los pobres, de la naturaleza, de las mujeres, de la paz, de los indígenas, de los jóvenes, de las niñas y niños. Es necesario silenciar al populismo y a la demagogia para que el quehacer político vuelva a la búsqueda de la justicia y del bien común.

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