Rosita, Rosita, ra, ra, ra. Mi estimada señora, permítame ofrecerle unos fuertes aplausos, y lo hago de pie. Definitivamente, usted es un personaje digno de admirar. Lo digo con respeto y admiración. Llevar a una audiencia a sus cachiporreros es algo fuera de lo común. ¡Está haciendo historia!
Reconozco su valor. Tratar a los asambleístas como una sarta de mentirosos y amargados no lo hace cualquiera. Ahora que le han dado la salida del IESS, no sé cuántas lucas le caerán, pero estoy seguro de que no serán pocas. Mejor vayan preparando ese billete, porque viene arrasando con todo.
No entiendo por qué anda tan brava. Según quienes la investigan, se dice que ha tenido a varios familiares trabajando en la seguridad social. Además, hay rumores sobre algunos “cachuelitos” adicionales, como las maquinitas expendedoras de golosinas y que a algunas recicladoras se les ha pedido una pequeña “vacunita” para que se lleven los cartones de los hospitales.
Lo que causa admiración es que el sindicato que preside ha comprado un hotel en Cuenca. Y no precisamente barato, sino en unos cientos de miles de dólares. Además, quien estuvo al frente de ese emprendimiento en el sector hotelero parece ser un familiar suyo. Todos tenemos el derecho de mejorar nuestra situación económica, pero de buenas a primeras, adquirir un edificio tan grande merece una investigación más profunda. ¿Qué opina?
Permítame darle un consejo, aunque no me lo haya solicitado. No sea tan brava. Hay mucha gente que le teme. Según rumores, empleados del hospital que han comentado sobre movimientos sospechosos en la institución han sido despedidos. No hay manera de decir nada, porque caen con todo y quedarse sin camello a estas alturas es jodido.
No amenace a la gente; eso está mal visto. Cuidado y le dé un colerín. (O)