En los meses de las grandes lluvias cuando incluso era posible ver “las columnas que sostienen el cielo” nuestra laguna, la de Cochapamba Grande en la parroquia El Valle, se llenaba de trinos, de patos y garzas, y esas blancas garzas migrantes, puntuales cada año, que añoraba mi hermano Rubén desde cualquier rincón del mundo al que llegaba con su ajetreo diplomático, su espíritu nómada y sensibilidad poética, nuestra laguna sobrevive, ahora, entre fangales, cerramientos, zurales y totorales humeantes.
La mezquindad, indicador de una modernidad insensible a la naturaleza, provocó un incendio en la loma del Tasqui que arrasó con su bosque de eucaliptos, matorral, lirios y una extensa biodiversidad, alcanzando totoras y zurales de este, en otros tiempos, inmenso espejo de agua en el que se miraba el sol en su caminar diario de naciente a poniente; “la Luna con su mata de estrellas” entre los claroscuros de la noche; la Cruz del Sur, la Chakana Andina, suspendida sobre Ictiocruz entre mayo y junio; y las Pléyades, la Kullka Andina, vigilando el ciclo del maíz entre Octubre y Julio. Cielo generoso y laguna en reciprocidad que hacían entendible la mística observación de los amautas, estudiando la bóveda celeste reflejada en sus aguas para explicarse que, “como es arriba es abajo”, entender los fenómenos astrales, los cursos climáticos y los ciclos agrícolas como en todas las sociedades agrarias del mundo.
Pero nada detendrá la sucesión de los fenómenos atmosféricos y los ciclos climáticos alternándose, ni los cursos de las aves migratorias, lluvia y estiaje seguirán sucediéndose, alterados por la sobreexplotación de los recursos naturales, ignorando el clamor de la naturaleza expresada en el calentamiento global y cambios climáticos. A grandes estiajes vendrán periodos de lluvias torrenciales con creciente de ríos, inundaciones, deslaves y más adversidades evitables con oportunas actividades de prevención de desastres naturales e incendios forestales, muchas veces provocados como se cree sucedió en la loma del Tasqui, nuestra Montaña Dorada. (O)