El mundo del cuencano René Bolívar Tola Galán, se define en el arbitraje, fútbol, indor, la docencia y su familia. Es uno de los réferis más reconocidos en la ciudad. Su carisma y la forma de impartir justicia han dejado un sello importante en las distintas canchas del Ecuador.
En la actualidad, tiene 62 años y disfruta que su hijo Andrés, siguió sus pasos y ahora es uno de los árbitros asistentes con escarapela FIFA.
‘Tolita’ como le llaman sus amigos, también tuvo un buen pie de para jugar el Rey de los Deportes. Él nació en la parroquia San Sebastián y comenzó a patear un balón desde muy pequeño. Su habilidad en el campo de juego primero lo mostró defendiendo a la escuela Hernán Cordero, en donde logró varios títulos.
Para la secundaria pasa al colegio Benigno Malo, en donde vivió sus mejores épocas, quedando como campeón en los siete años que vistió los colores de la institución blanco y negro. Tras destacar en su época juvenil, tuvo oportunidad de brillar en otras canchas.
En aquellos tiempos compartió terreno con reconocidos peloteros como José Merchán, Edgar Domínguez, Patricio Marín, por citar algunos.
“Dando importancia a nuestro juego, algunos compañeros y yo fuimos seleccionados para jugar con la Liga Deportiva Universitaria de Cuenca cuando estaba en la Serie A. Jugué en ese equipo entre 1980 y 1981”, recordó Tola.
Tras jugar con el equipo albo, el destino los trasladó para que, vista los colores de El Vado, en el ascenso provincial. A final de 1981 se coronó campeón con este elenco, y estuvieron cerca de estar en la Primera Categoría.
Un sueño truncado
A pesar de que su forma de jugar era una de las mejores de esos años, llegó un hecho que cambiaría su ilusión de ser jugador profesional. En un accidente de tránsito se fractura la tibia y peroné, acción que le truncó sus propósitos. Eso ocurrió cuando tenía 20 años, en 1982.
Se recupera de esa lesión, y nuevamente retorna al fútbol para jugar Segunda Categoría, una vez más en El Vado. En 1983, pega un brinco como deportistas-drigente, y lidera el grupo para armar un equipo competitivo para el Mundialito de los Pobres (torneo de indor).
Sus amigos y hermanos juntan a los mejores peloteros de la ciudad para defender al barrio Totoracocha. En 1986 se consagran campeones. Bolívar compartió cancha con sus hermanos Fernando y Juan Santiago. Un año después se ubicaron en segundo puesto.
El salto al arbitraje
Poco a poco se alejaba de las canchas y comienza a inmiscuirse en otros campos. Hizo cursos como director técnico. Sin embargo, en 1993 aparece una oportunidad de ingresar al mundo del arbitraje.
“La verdad ingresé a estas capacitaciones solo para saber más reglas del fútbol. No obstante, esta actividad cada vez me gustaba más, y pasa algo que cambia toda mi vida. En junio de 1993, fui al Mundialito de los Pobres y no había quien pite. Apareció Rómulo Ortega, me entregó un pito y tarjetas y me pusieron en cancha. Me mandé tres partidos y desde entonces me hicieron árbitro oficial del Amistad Club”, contó el exréferi.
Árbitro profesional
Con esa premisa, en 1995, Bolívar Tola comienza a ascender de categoría y le comienzan a agendar su presencia en diferentes canchas del país. En 1997, sube a Primera Categoría y debuta en la ciudad de Ambato.
El cuencano impartió justicia en el partido entre Macará y El Nacional, que se jugó en el estadio Bellavista. En aquel cotejo exhibió su primera tarjeta roja, que fue mostrada a Klever Chalá, del elenco militar.
Como árbitro de primera estuvo hasta el 2008. Esta actividad también la combinó como docente de Educación Física en la Unidad Educativa La Salle. En ese cargo estuvo 22 años, hasta que recibió su jubilación.
“Estuve varios ciclos en la universidad en la carrera de Administración de Empresas. Sin embargo, no acabé, pero me gradué en un instituto y seguí los pasos como profesor. He tenido varias actividades y en el campo deportivo sigo inmiscuido”, comentó Tola, quien también en 2001 recibió la escarapela FIFA como juez de Futsal.
Tras dejar su función como juez central, siguió su vida como instructor de árbitros. Siguió un curso de esta actividad en Lóndres, Inglaterra. Unos años más tarde también recibe la autorización para ser asesor. En la actualidad se mantiene en esta actividad.
“Han sido años de estar en el mundo del arbitraje. Hay varios recuerdos en cada cancha. El fútbol y el indor tiene su esencia. Incluso me han querido pegar, siempre ponía el pecho a las balas y seguíamos con la misma línea profesional”.
Bolívar Tola no ha dejado del todo su función de árbitro. Sigue impartiendo justicia en diferentes canchas de la ciudad. Su forma de dirigir los partidos traspasa fronteras y desde hace cinco años viaja a los Estados Unidos para ser parte de distintos torneos que se juegan en ese país.
La herencia
A esta actividad también junta su felicidad de ver a su hijo Andrés Tola, quien en la actualidad es árbitro asistente con escarapela FIFA. “Esto es un orgullo para la familia. Mi hijo sigue los pasos, ver su nombre en las distintas programaciones me llena de felicidad. Yo sigo en mi mundo, vamos por varios campeonatos. A veces han existido inconvenientes con lesiones, pero uno es terco y sigue disfrutando de esto…”.