En 1966 la situación política del Ecuador era de grave conflictividad, los sectores productivos, las universidades, trabajadores y empresarios se oponían al gobierno militar que desde 1963 ejercía el poder. La Junta Constitucionalista organizada nacionalmente pidió el retorno a la democracia. Se vivía una aguda confrontación al punto que el alto mando militar retiró su apoyo al gobierno y en consenso con los sectores políticos y sociales designó como presidente interino a Clemente Yerovi Indaburu, quien procedió a la pacificación del país, a lograr el necesario acuerdo con las empresas productivas y la vigencia de la autonomía de las universidades y de los gobiernos municipales En un lapso de siete meses el presidente puso orden el sistema tributario, aseguró las finanzas públicas y dio paso a la Asamblea Constituyente presidida por el doctor Gonzalo Cordero Crespo que elaboró la Constitución de 1967
Clemente Yerovi Indaburu no pretendió prolongarse en el poder, sino que se dedicó a gobernar con respeto a la sociedad civil en el cabal cumplimiento del compromiso cívico de restaurar la democracia y promover el desarrollo.
Recordamos este momento de la historia porque hoy vivimos un inestable proceso social agravado por la aguda crisis energética que se suma a los factores negativos de la violencia causada por la delincuencia, la persistencia maquiavélica de la corrupción, la concurrencia de factores que ponen al desnudo la crisis institucional, con la evidente afectación a la seguridad jurídica y social en niveles que piden más que nunca la necesaria unidad de la sociedad civil, de los sectores productivos y del gobierno para su necesaria superación, teniendo en cuenta que el presidente Noboa fue elegido para gobernar con esos problemas recurrentes y errores de pasadas administraciones, precisamente para eso, para gobernar una sociedad en crisis, situación que como en 1966 exige el más alto sentido de responsabilidad cívica. (O)