Una de las cosas más irritantes y soberbias que existen, desde mi perspectiva, es romantizar la injustica, el dolor y la precariedad en la que vivimos. En los últimos años esta ha sido una constante por parte de nuestros líderes políticos. No olvidemos que históricamente ha sido un ejercicio propio de líderes religiosos, así se instaló la idea de que la pobreza es sinónimo de humildad y camino seguro al reino de los cielos, ni hablar del sufrimiento y la resignación.
Hace unos días el presidente Noboa circuló en X una foto de él tras una vela, con un mensaje que llamaba a disfrutar de los apagones en familia, bajo la luz de una vela, que nos permita reflexionar y encontrar la paz. Es evidente que su intento por romantizar la crisis energética que cuesta millones y arrastra a la quiebra al país, es una estrategia baja, al mismo nivel que desconocer a las personas que mueren en el país por falta de tratamiento y acceso a la salud.
Algo parecido han hecho sus predecesores, romantizar el trabajo infantil, el trabajo de los adultos mayores, pedir que pongamos el hombro, que sacrifiquemos nuestros intereses por los del país, mientras ellos no han dejado de ganar ni un centavo, no cumplen sus obligaciones tributarias nos piden resignación y fe. Me duele mi país, no es cuento, y los apagones son negligencia. (O)
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