Tiempo de siembras

Tito Astudillo y A.

En el pequeño mundo andino en el que crecimos, también hicimos nuestros primeros lecturas del cosmos al ritmo de un puntual ciclo agrario y de la mano de los cursos climáticos, del tiempo que corría, entre día y noche, en un familiar espacio geográfico enmarcado en un conocido horizonte circular, nuestro pequeño gran mundo hecho de cielo y tierra, de montañas y valles, de lagunas y ríos, de bosques y praderas, de huertas y chacras que, puntualmente también, proveían los recursos para subsistir en armonía con la naturaleza.

Estamos avanzado octubre, mes de siembras de la chacra que, en lo personal, aviva el recuerdo de las yuntas, los aradores y los sembradores depositando, paso a paso, cuatro granos de maíz y dos de frejol en el surco recién abierto por el arado tirado de bueyes y hábilmente conducido por el arador; él o la sembradora sabían cuándo agregar otras semillas como habas, agchochas o calabazas en fin; pero a cierta distancia y paralelamente sembraban un surco con cebada o arvejas, trigo o quinua que aportaban variedad a la chacra y vistosidad a los solares germinados; y cuando se sembraba en minga, era la apoteosis de la participación comunal, tres, cinco y hasta diez yuntas llenando las cementeras de color y bulla festiva, folklore diríamos hoy , solamente eran formas de solidaridad comunal, “hoy por ti mañana por mí”, una manera de vivir en armonía humana y con la naturaleza que, puntualmente, proveía las lluvias para germinar las semillas. Claro que a veces tardaban y hasta había que resembrar, “hacer seguir” decían, porque los pájaros se ingeniaban para sacar las semillas del surco, pero las lluvias al fin llegaban y la vida continuaba; hombre, cielo y tierra en armonía.

Recordar y comparar también puede aportar a la comprensión de la crisis de estiaje que vivimos, entender que la falta de lluvias es también producto de una deficiente cultura ambiental; antes se protegían los bosques, las  lagunas, ríos, manantiales y ojos de agua que, privados o públicos, al final eran comunales; hoy las fronteras agrícola, de pastoreo, de urbanización, industrialización, de explotación de recursos naturales y de contaminación crecen a expensas de tierras de cultivo y áreas verdes de colinas, cerros, páramos y humedales de nuestro entorno. Y no llegan las lluvias y baja el caudal de los ríos y disminuye la producción de energía eléctrica y vienen los apagones. Y las siembras también esperan.

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba