La inversión extranjera en el Ecuador es baja. Se la viene recalcando desde hacía muchos años.
Por lo tanto, no es ninguna novedad lo expresado en estos días por la embajadora de la Unión Europea (UE) en el país, Jetarina Doródnova.
Al contrario, lo confirma. Igual lo hizo el embajador de Francia en nuestro país, Philippe Létrilliart.
Los dos diplomáticos hicieron un balance de los siete años de vigencia del acuerdo comercial entre el Ecuador y la UE.
No hay mayores objeciones en cuanto al aumento de exportaciones y apertura de mercados. La balanza comercial acumulada en este lapso fue de 37.250 millones de euros. Para el Ecuador, esto representa un superávit comercial acumulado de 8.795 millones de euros, en dólares 9.500 millones.
En conclusión, en el marco del referido acuerdo los resultados comerciales con satisfactorios, no así en cuanto a la inversión extranjera. La ejecutada, apenas representa menos del 1 % del producto interno bruto nacional. Casi nada.
A Perú y Colombia llegan mucho más inversiones de esa índole. También tienen acuerdos comerciales similares con la UE.
Esos dos países vecinos están haciendo bien las cosas para atraer capitales internacionales. No cabe la menor duda. Y, como el nuestro, igual tienen problemas relacionados con la violencia, la corrupción, cierta inestabilidad política, en especial el Perú, y, últimamente hasta crisis energética.
¿Cuál es, entonces, la diferencia con el Ecuador?
La clase política es la llamada a responder, sobre todo la representada a nivel del Ejecutivo, de la Asamblea y hasta de la Función Judicial.
Los últimos gobiernos, en grandes foros empresariales presentaron las oportunidades para los inversionistas extranjeros. Empero, a la hora de la hora, nada. En estos tiempos, con mayor razón por la crisis eléctrica, más el recrudecimiento de la violencia delictiva
La observación hecha por aquellos dos diplomáticos no debe ser tomada a la ligera. Es hora de actuar.