Pum, pum, pum. Así es, mis estimados. La carrera electoral ha comenzado, y claro, no puede faltar el atentado a los candidatos o a sus familiares. Esta vez le tocó al hijo de Jimmy Jairala. Los atacantes llenaron de plomo el carro en el que iba el vástago del candidato, quien estaba con sus amigos. Afortunadamente, no le dieron el «vire».
Y es que ya nos estamos acostumbrando a este estilo narco-electoral. Esos atentados a candidatos en medio de los mítines que veíamos en las noticias de México, ahora los vivimos aquí. Ver imágenes de candidatos con chalecos antibalas y guardias privados realmente nos llama la atención. Estoy seguro de que estas elecciones serán igual.
Me pregunto, ¿en qué momento las elecciones se convirtieron en un escenario tan sangriento? Voy a tratar de descifrarlo. Algunos expertos en seguridad dicen que los peces gordos relacionados con los cárteles financian las campañas. Y claro, cuando hay un mal reparto o un candidato se vuelve incómodo para cierto sector, las cosas pueden complicarse.
Así sucedió con Don Villa, quien murió en medio de un acontecimiento lleno de irregularidades y cabos sueltos. O el caso del exalcalde de Manta, Agustín Intriago. ¿Cómo olvidar el intento de asesinato al actual alcalde de Portoviejo? Y así, un montón de candidatos y políticos que han quedado tirados en medio de la calle, bañados en sangre y con olor a pólvora.
Por lo tanto, si usted es hincha de algún candidato, tome en cuenta algunas recomendaciones para su seguridad. No esté junto al personaje. Las balas perdidas también han acabado con la vida de personas inocentes. Si tiene la oportunidad, recíbalos desde algún balcón o a lo lejos. Verá que no se pierde mucho; de lo contrario, su familia se lo agradecerá.
En fin, los grupos políticos en estas elecciones se juegan el todo por el todo. Tratarán de llegar al poder como sea, aunque eso implique unos cuantos atentados. Espero equivocarme, pero lo que se viene será de terror. (O)