La naturaleza nos pasa factura, que nos impone y siempre apelamos a su generoso comportamiento cíclico, cuando llueve antes del 3 de noviembre se evitaban los cortes de luz, más ahora esperamos que sea el inicio de la recuperación de los caudales, para la generación hidroeléctrica. El presidente entiende que la población está “cabreada”, según sus palabras ante las dificultades, pero que el gobierno está haciendo hasta lo imposible para remediar este angustioso trance, para asegurar la dotación eléctrica hasta el año 2026, dejando para la inmediatez en las manos de la propia madre naturaleza.
Hay buenos signos cuando se ha emitido por la asamblea por unanimidad la ley de apoyo a la inversión privada, en la generación eléctrica hasta 100 megavatios, ahora es cuando observaremos su reacción, comenzando para asegurar el fluido eléctrico al menos para su propia producción, que aliviaría la dotación para la zonas residenciales de menores recursos y los emprendedores pequeños, que viven al día por su actividad, que son los que más sufren, siendo poco consumidores, por cuanto los que disponen particularmente de recursos han recurrido a los generadores. Las crisis son una oportunidad para mirar con seriedad los ajustes en este caso del mantenimiento de otros métodos de generación eléctrica, no solo la sustentada en las cuencas hidrológicas, que ya nos ha demostrado históricamente sus problemas, con San Pedro el protagonista.
Todos los servicios públicos en más o menos se han visto afectados por los cortes de luz, más en la costa por el uso de aire acondicionado, sin embargo, se han trastocado desde la atención médica publica hasta los eventos sociales; lo que implica también en proveerse de metodologías para no afectar a los usuarios, que por no haber internet se suspenden los exámenes de laboratorio y la misma atención, por ejemplo, siendo absurdo definitivamente. No dejemos que en vano se incremente a la ineficiencia, que de lejos observamos con cualquier alteración por falta de los servicios elementales, como el eléctrico. Nos ponemos pasivamente observar que retorne el fluido y en último caso que llueva. ¿Hasta cuándo? (O)