Vivimos el auténtico momento de terror energético. Podría decir que estamos viviendo un estado tal como en una guerra total y fratricida, donde los enemigos disparan a fuentes energéticas para aniquilar la posibilidad de acción del enemigo en el conflicto. El hombre, con su autosuficiencia y creyéndose casi el creador de todo, desdeña el cuidado a nuestra casa la tierra. Es tan fácil dominar y crear hoy cualquier tecnología fantástica, para engañarnos de tal manera que, creyendo que la floresta, lo verde, que es nuestra verdadera vida y engreídos mostramos autopistas, urbanizaciones, convertido lentamente el cemento en nuestro dios. Así caminamos ciegos al despeñadero.
Fotos del majestuoso Amazonas convertido en un regato intrascendente, debería ser alarma para ingresar en etapa de cuidados intensivos mundiales. Todos, de niños a viejos, ayudemos en el empeño de mejoría dentro de nuestras propias opciones que, sumadas, serán importantes. Desde luego, la codicia, la corrupción generalizada en el mundo y más en nuestros países donde el robo es casi práctica normal y establecida, con personajes políticos y autoridades de baja ralea que les importa solamente tener sus faltriqueras llenas a costa de todo lo sagrado que es maltratar nuestra casa y como ellos no tienen raigambre y orgullo de ancestros honestos, no ven necesidad de ser honrados. Cansado de escribir de coimas, contratos con sobreprecio, de tránsfugas ladrones que luego de hurtar se vuelven humo y desaparecen con sus pingues réditos fraudulentos a vivir en el extranjero, con yates, autos convertibles y como jeques intocables por la justicia ecuatoriana, que no les llega. Cortes inmisericordes de diez o más horas al día, nos pone enloquecidos. Pues en todo, absolutamente en todo influye la energía. En las casas, desde las simples ollas de cocción, refrigeradoras, congeladores, causantes de desastres cuando todo se pudre o incendios producto de la hornilla prendida y olvidada, son mal menor al frente de empresas grandes y productivas de la economía, que paralizan su trabajo. Las compras enloquecidas de generadores a gasolina, desde pequeños domésticos a grandes, que ya no existen en el mercado y los negociantes de estos artefactos, hicieron y hacen su agosto de la manera más indolente y sin contar con la enorme contaminación del aire y el ruido monstruoso que generan, que hacen un vía crucis caminar en las calles. Los apagones determinan nudos de tránsito y accidentes como pan del día. Vivimos una guerra total, provocada por nuestra indolencia. (O)