La victoria de Trump en Estados Unidos nos permite tomar apuntes sobre las lecciones que deja este proceso electoral. Una vez más, la influencia del marketing político estadounidense seguirá marcando escuela en los ejércitos de asesores que ofrecen servicios en América Latina y Europa bajo el conocido efecto de “americanización” de esta profesión, de manera que amerita al menos una breve reflexión.
El efecto de la pandemia y la errática administración e imagen de Trump había castigado al partido Republicano en 2020, hoy el péndulo hizo su trabajo en perjuicio de Kamala Harris. El resultado es arrasador. El partido Republicano no había ganado la Presidencia, Cámara, Senado y el voto popular desde la victoria de G.W. Bush, en el auge de la Guerra contra el Terror en 2004. Sin embargo, esto no puede ser leído solo desde la volatilidad del votante. Hay un claro rechazo al abandono de la clase política y la respuesta ineficiente que el trabajador profundo americano siente de quienes lideran los destinos del gigante del norte. Sin embargo, la ampliación de la base republicana de votantes (jóvenes educados y hombres latinos) responde a los cambios en las preocupaciones que la campaña logró instalar como parte de la conversación: la economía y la inmigración.
En materia comunicacional, es evidente una vez más, que el endoso mediático tradicional poco incide en la opinión de la población. Es importante evaluar la exposición selectiva a las noticias, el cambio en el consumo de medios, y la percepción de credibilidad. La población ha dejado de confiar en la industria medial y debido a esto se inclinan a prestar oídos a voces de opinión más polarizadas cuyas prácticas de producción periodística no necesariamente pasa por filtros de calidad sin embargo son percibidos como voces genuinas por ser alternativas a lo que ya está “contaminadas.” La campaña de Trump utilizó programas de influencers streamers que magnificaron los temas que convenían a su campaña. A ello se suma la manipulación de la conversación digital, particularmente en X, cuyo dueño fue artífice de la campaña.
El cambio en la preocupación de los votantes se sintió desde octubre y facilitó el momentum noticioso que necesitaba Trump para cambiar la tendencia con el resultado que todos conocemos. (O)