Cambio de pensamiento y conducta

Edgar Salvador Pesántez Torres

“No hay mal que dure ni cuerpo que resista” es un dicho popular que testifica innumerables contingencias que soportan cuerpo, alma y espíritu, pero que al fin se derrota con tribulaciones a la vida o con la misma muerte. Hoy resistimos una nueva embestida por el estiaje que diezma a los ecuatorianos, quién sabe si por propias imprudencias con la naturaleza o por un castigo divino a tanta iniquidad, al que acusa la religiosidad así que no la religión.

Soportando otra acometida de la naturaleza es de superar con un cambio en el pensamiento y la conducta para ir a un mundo distinto. Si antes de esta crisis nuestro comportamiento fue como fue, ahora, ante los estímulos crueles que recibimos, debemos forjar una nueva cosmovisión sobre el medio ambiente, el hombre y Dios, para los creyentes.

Nuestra conducta mudará de aires de manera consciente, pues, con ese sino habremos reflexionado que la vida tiene valor cuando nadie impide nuestra libertad, pero que la misma está condicionada a leyes de la naturaleza y no sólo de la especie. De aquí en más, deberemos estar atentos al comportamiento de la biósfera y de los grandes líderes, a fin de abonar para que no se conviertan en antígenos.

Esta tribulación también nos acarreará a un proceder inconsciente, quizá de mayor importe que el anterior, porque se produce de modo automático, es decir sin pensar o reflexionar actuaremos directamente ante estímulos internos o externos. Este comportamiento inconsciente será más determinante para nuestras acciones, porque todo lo que estamos viviendo permanecerá en algún sitio del cerebro para actuar de manera instintiva. 

De otra órbita, habremos advertido que los fastuosos bienes adquiridos y acumulados de poco sirven cuando la amenaza acorrala y la vida pende de un sino. En momentos de trance, la riqueza no sirve siquiera para exaltar al difunto, menos para llevar en cajas señoriales a velatorios fachendosos y de ahí a nichos panorámicos: En el Municipal o en el Santa Ana, ahí todos seremos ¡nada!  Entonces, hasta el homenaje que se venía haciendo al difunto cambiará, quizá en algo similar a la sentencia: ¡Del lecho al nicho, sin tanta magnificencia inútil!

Es tiempo de crear un nuevo enfoque a la vida, de reflexionar sobre nuestros errores, aprender de estas crisis asoladoras, cambiar nuestros patrones de pensamiento y conducta y fortalecer nuestra resiliencia: habilidad para recuperarse ante estas situaciones, manteniendo una actitud positiva y enfocada en el bienestar personal y social. (O)

DZM

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.

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