En mis años mozos tuve maestros que trataron de enseñarme filosofía, es decir, hacer de mi persona un ser amante de “sofía”, del saber, del conocimiento y del análisis para tomar conciencia de aquello en que se piensa y habla. Ser reflexivo no es tan fácil y es tan necesario para pensar y repensar aquello en que creo y no convertirme en un mero receptor acrítico o en un irresponsable que echa a correr palabras o sentencias que son hueras, que nada dicen, o peor, que conllevan insertos errores u ofensas.
En este contexto conocí la necesidad de una nítida y precisa “explicatio terminorum”, sobre aquello que se va a dialogar, de manera que todos entendiesen lo mismo cuando se mencionaba un determinado término. Un ejemplo: si se trata el tema de la contaminación del medio ambiente, es imprescindible ponerse de acuerdo, en dicho contexto, lo que significa contaminación y medio ambiente, para evitar ambigüedades y confusiones.
En estos días, que son parte de la historia, se empieza a discutir sí es legal o no, la sanción impuesta a la vicepresidenta de la nación; para saberlo es indispensable conocer las leyes al respecto, juzgar su aplicación y luego emitir un juicio; hacerlo de otra manera alimenta discusiones tergiversadas y muy alejadas de la esencia misma del tema que se quiere juzgar.
Confío siempre en el recto juicio de los lectores de esta columna. Les participo algo en lo que ustedes, posiblemente, nunca pensaron y lo hago porque la naturaleza vegetal me importa desde siempre, la amo. Hace unos días, grosso modo, conté las vallas publicitarias, pequeñas y grandes, levantadas entre Guayaquil y Santa Elena. A uno y otro lado de la vía se encuentran algo más de quinientas vallas que invitan al consumo de productos variados, un tercio de dichas vallas están vacías, lucen abandonadas. ¿Por qué esta mención?
La tierra ha sido ultrajada y pisoteada por tantas cosas que botamos sobre ella o clavamos en sus entrañas. La tierra no se queja ni lamenta, pero en estos precisos días Ecuador y el mundo sienten y saben de sus dolores. Los árboles frondosos, los cultivos, un cielo despejado y un horizonte limpio han desaparecido de nuestras vías; esto sucede con anuencia de autoridades que otorgan permisos y omiten los controles pertinentes. Ecuador dejó de ser patria libre. “Obras son amores y no buenas razones”. (O)