En la física, en el derecho, en la sociología, en la medicina y en la sicología los fenómenos y hechos obedecen a ley de la causalidad.
¿En nuestro mundo político y social debemos preguntarnos por qué el Ecuador está como está? Se dice que Noboa debe, como Moreno y Lasso debieron a su tiempo, entregar un país diferente y saneado, en relación al pasado corrupto y autoritario, atravesado por obligaciones no satisfechas, más bien agravadas como la deuda pública y el déficit del IESS causado por la demagogia tozuda que sostenía que su patrimonio era inagotable al punto de eliminar el 40% de aporte estatal al fondo de jubilación y extender la prestación de salud para los cónyuges e hijos del afiliado, entre otros graves abusos financieros y burocráticos haciendo del Estado un gigante sin bases sólidas. El delito común y el crimen organizado se enraizaron y gangrenan al Estado institucionalmente fallido en un Estado financieramente quebrado. Los apagones eléctricos son en gran medida efecto directo del ineficaz modelo estatizante según la Constitución del 2008.
Hasta el gobierno de Sixto Durán Ballén se gobernó con eficacia y pulcritud, podemos disentir de los modelos institucionales, que tienen sus puntos discutibles, pero la probidad es el atributo gubernamental de Roldós, Hurtado, Borja, Febres Cordero, Durán Ballen y luego de algunos años Mahuad, víctima de la asonada militar con el alero de los dirigentes de la CONAIE y los presidentes Moreno y Lasso con el incendio de Quito, octubre del 2019, y el levantamiento indígena, junio del 2022, respectivamente.
Pensemos en los desajustes institucionales como la desnaturalización de la política penal que la Constitución del 2008 y el COIP sacralizan. En este contexto es imprescindible la reforma sustancial del monopolio estatal, hiperpresidencialista, para que la inversión privada en un modelo pluralista, social y justo, garanticen el desarrollo integral del Ecuador. (O)