Las desgracias no paran.
Desde hace tres meses no cesan los incendios forestales que han afectado a casi todas las provincias, con efectos devastadores para los habitantes y la naturaleza.
Son ya dos meses, en los que hemos tenido que afrontar las consecuencias de las suspensiones prolongadas del servicio eléctrico.
La débil institucionalidad es constantemente atacada, sentando precedentes nefastos en nuestra frágil democracia.
Nadie asume responsabilidades por lo que tenemos que soportar, la culpa siempre es de los otros. Tenemos un listado enorme de actores políticos que se victimizan buscando generar adeptos, opacando en la coyuntura a víctimas reales de los desastres, de las violencias, de la deficiente prestación de servicios públicos como el de salud, de las pésimas decisiones e inacciones de quienes estaban y están llamados a proteger sus derechos.
Parece que en el Ecuador nada ni nadie funcionan.
¿Será que sólo nos queda la selección?
Ya mismo a alguien se le ocurre, postular a Beccacece para presidente, como se coreó al “Bolillo” Gómez, la primera vez que clasificamos a un mundial. (O)