Ecuador nos necesita de puertas afuera y adentro, de nuestras actitudes y convicciones. Los días que estamos viviendo y los días y meses que están por llegar requieren de personas sensatas y resueltas a ser útiles para mantener el timón de la nación en la dirección correcta. Al decir: NOS LLEGÓ LA HORA no se trata de repetir una frase muy común entre nosotros, no, amigos de El Mercurio. Esta vez nos llegó la hora para decidirnos por la sensatez, por nuestra patria, por nuestros familiares y amigos, por el presente y el futuro del Ecuador. El amor de patria no conoce edades: se ama o se odia, de la cuna a la tumba.
Voy a escribir estos renglones sobre un tema nada agradable. Quien más quien menos, no sé exactamente desde cuándo, nos hemos convertido en charlatanes de elevados quilates con una ceguera cívica galopante. Voy a glosar brevemente estas aseveraciones.
Somos miopes quienes no podemos ver a la distancia, es decir no distinguimos con facilidad un bípedo de un cuadrúpedo, todo se nos torna borroso, no distinguimos qué es qué. Esta es una grave enfermedad nacional, con un agravante, no sabemos que la tenemos porque llegamos a discutir que aquello que no vemos con claridad es la más diáfana verdad. Esta miopía cunde en instituciones privadas y públicas que se sienten tranquilas con el aumento de ingresos y la buena salud de sus finanzas pero que jamás se detienen a ver cómo anda el país; se acostumbraron a mirar el piso de sus propias realidades y perdieron los horizontes. También es de desear un examen visual a quienes dirigen o conducen ciertos medios de información, un examen urgente, no mañana, hoy, porque no divisan el horizonte patrio, porque no ven las consecuencias de su mediocridad, porque se empeñan en desmentir lo verdadero. La mezquindad disfruta de buena salud.
Algo sobre el segundo vicio. Es una enfermedad contagiosa y de pronóstico reservado. Hemos llegado a un nudo aberrante, espantoso, por demás crítico. Quienes adolecen de este mal ignoran tenerlo y si alguien les dice algo al respecto responden de mala forma porque se sienten ofendidos. Los charlatanes desconocen lógica, ética, reflexión, investigación y todos aquellos senderos usuales para acercarse a la verdad. Doctores en estas falencias son algunos que hoy pretenden ser presidentes de Ecuador. ¿Culpables? Quienes miramos los toros desde lejos. (O)