Listo, ahora que tengo su atención, le cuento que ando medio taciturno. Bueno, no tanto. Todavía siento la alegría del golazo del mijo lindo Enner. Los parceros quedaron lelos con la calidad de nuestro delantero estrella.
En fin. Como siempre, en Ecuador nunca faltan temitas para discutir. Ahora resulta que la ñaña del prófugo dice que no está de acuerdo con que los menores reciban penas como los adultos. ¿Cuál será el motivo?
No soy experto en legislación para adolescentes infractores, pero he escuchado a los chapitas decir que el crimen organizado siempre busca nuevas formas de operar. Una de ellas es involucrar a pelados en delitos. Los grupos armados se conocen al dedillo las leyes y saben que los menores son inimputables.
Los usan para cumplir sus actividades ilícitas. Pero, según la legisladora correísta, las personas maduran a los 30 años. ¡Qué locura! Un adolescente sabe muy bien que secuestrar a una persona es un delito. Ni hablar de los asesinatos al estilo sicariato. Tienen suficiente madurez para entender que la venta y el consumo de droga son la panacea del delito.
Me dirán: ¿y cómo es que Kendry Páez lo grabaron en una divertida noche en un club para adultos en la Yoni? O cuando aparece con unas peladas en discotecas, vapeando como locomotora. Tal vez la inmadurez lo lleve a meter las patas, pero con una buena terapeada se compone. Le aplican sanciones que le afecten el bolsillo, y solito se endereza.
Retomemos el tema. No es la primera vez que los correístas se lamentan cuando se trata de atacar a las bandas delictivas. Recuerde cuando la Cabezas lloraba indignada en la Asamblea Nacional porque los milicos andaban repartiendo tabla a los pillines en Esmeraldas. Cierto, legisladora, ¿cuándo se va a la casa, como ofreció? Dijo que si Palencia no era enjuiciada, se iba a descansar en su casita.
Esta secta asoma en los medios a quejarse de un supuesto narcoestado y tanta vaina más. Pero no dan un pasito atrás. Ahí tienen cómo en su gobierno, con el cuento de pacificar a las “bandidas de chicos traviesos”, les dieron espacio en la política. Claro, con esos prontuarios contaminaron las instituciones del Estado. Ahora estamos pagando las facturas de esas farras. (O)