Indudablemente que una de las situaciones realmente críticas que le toca afrontar a la comunidad internacional es la de adoptar medidas que mitiguen las repercusiones del cambio climático y que sean sostenibles en el tiempo. Justo ahora, en el Ecuador estamos viviendo una circunstancia grave por la falta de lluvias, sequía que debe atribuirse a la falta de un adecuado y responsable control ambiental.
Los conflictos bélicos en Ucrania y en la Franja de Gaza, que parecen sacados de una novela de terror, con unas secuelas de dolor y de muerte increíbles para pleno siglo XXI, con motivaciones expansionistas en el primer caso y, en el otro, con la reactivación de diferencias ancestrales ancladas en el odio y el rencor. Matías Orfrenade, mi primo, me decía el otro día que cual era la razón para que, habiendo tantas mentes brillantes en el mundo, y supuestamente no contaminadas ni por la ambición ni por los extremismos, no puedan unir esfuerzos y proponer soluciones duraderas a las partes en conflicto? ¿Será que siempre termina imponiéndose la destrucción y el pesimismo, sobre la creatividad y la esperanza?
El otro conflicto, a más de los tres anotados, y reconocido como tal por la sociedad internacional, es el concurso para conformar la Corte Nacional de Justicia de nuestro país. ¡Qué bestialidad! Si no es la convocatoria son los plazos, si no es el reglamento son las pruebas, si no son los veedores son los aspirantes a jueces. Lo cierto es que tras “auspiciar” a los futuros “jueces nacionales” hay cualquier cantidad de interesados, sobre todo en las cúpulas de las agrupaciones políticas, en donde, lograr “meter” un juez “comprometido con la causa”, resulta casi casi, como en el campo deportivo, mejor que el gol del Enner Valencia en Barranquilla. Y claro, puede suceder entonces, que como los magistrados probos no están dispuestos a incurrir en “mandados” de nadie, son puestos de lado para dar paso a aquellos que les encanta un plato de lentejas.
La columna vertebral de una nación es la correcta administración de justicia. Quién confía en sus jueces vive en paz con su conciencia y con la sociedad. (O)