Los últimos meses del 2024 han sido negativos para la naturaleza ecuatoriana, a consecuencia de diversas causas de contaminación. Sin embargo, los recientes incendios forestales de dudosa procedencia generan especial preocupación por el impacto generado por las llamas en miles de hectáreas de bosques de la Sierra centro y sur.
Si bien es cierto, estos incendios fueron sofocados en su mayoría por el trabajo comprometido de bomberos, guardaparques, voluntarios, comuneros, entre otros, así como por las precipitaciones de los últimos días. Sin embargo, surge la gran interrogante, ¿qué hacer después del fuego?, pues no basta simplemente con la buena voluntad o campañas de reforestación.
En este sentido, es recomendable que los gestores políticos se acompañan del criterio técnico-científico de una gran cantidad de académicos y profesionales que proponen una respuesta coherente y a mediano y largo plazo para la restauración de estos ecosistemas.
En un país como el Ecuador, en el cual el presupuesto es exiguo, es importante aprovecharlo de la mejor manera, evitando gastos innecesarios y priorizándolo tanto en la restauración de los suelos de estos ecosistemas previo al proceso de la reforestación, y por qué no, pensar también en investigaciones serias para averiguar qué sucedió con la fauna silvestre.
Se debería trabajar a futuro también en la prevención, así como en la especialización de bomberos forestales, y la entrega de recursos y tecnología necesaria para hacerlo.
Espero que estas medidas no sean mucho pedir para nuestros políticos, quiénes deben construir una política pública, pensando en el presente, pero también en las futuras generaciones, pues de estos ecosistemas dependen importantes servicios ambientales para la sociedad. (O)