Caos

Son suficientes unos días de ausencia y ya se siente nostalgia por nuestra bella Cuenca a pesar de que, uno este viendo y experimentando maravillas de otros mundos lejanos y llenos de intrínseca belleza también. Unos días bastan y al regreso nuestros ojos se convierten en escrutadores turistas que maravillados vemos la belleza de nuestra ciudad montañera. Su casco histórico bello, pero sin muchos cambios, pero donde surge el asombro es, cuando caminamos por los barrios residenciales, donde preciosas casas con sus diseños proporcionados y maridados a la teja sollamada en sus techos y los edificios que, siendo en verdad jaulas para la gente, tienen conceptos y detalles de belleza incomparable, con piel de ladrillo quemado en los hornos viejos circundantes de los pueblos. Más asombro sentí, cuando por delicadeza de muchos amigos de diferentes grupos y que los cuento por cientos, me invitaron a plazas y cafés recién implementados, que son una joya, con un buen gusto y estética que asombran. Los escaparates de diferentes y variadas ofertas, son verdaderas obras de arte del diseño y obligan, si no a comprar lo que uno ve y toca con deleite, pues son cosas lindas y finas, por lo menos las admira. Todo viene por esta vía de estilizados negocios y cafés servidos a nivel parisino, pero el tránsito es mortal. Los 4 ríos que son el bello obstáculo de un tránsito fluido en dameros y la perniciosa falta de energía que suspende semáforos nos avoca a un conflicto sin nombre. Mucho tiempo perdido en taponamientos en los redondeles de distribución y la imposibilidad, a pesar del pito altanero, de buscar una vía de tránsito.

No soy un experto para dar consejos a la alcaldía del momento, pero creo que debería tener como prioridad el tránsito y de emprender en estudiados y bien diseñados desniveles que no serían menos de una decena, que respeten el entorno en lo posible. Llegó el momento, como fueron aquellos de rehacer alcantarillados del casco central y otras obras importantísimas de las que hoy gozamos de otras antiguas alcaldías. No podemos seguir así y tenemos, mal que nos pese, que enfrentar el desbordado problema de los autos casi que personales como lo es hoy y no el autito familiar de otras épocas, donde solo el padre lo sacaba en sábados para dar una vuelta por la cuidad, incluyendo el gato. Entiendo que siendo la ciudad patrimonio de la humanidad, tendrá líneas de crédito blandas y posibles, superando nuestro grave y ancestral problema, el económico. (O)

Dr. Aurelio Maldonado

Médico otorrinolaringólogo. Profesor universitario. Presidente de varias instituciones y de Congresos. Escritor.

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