Tiene los ojos negros, mirada de locura. Carambas. ¡Viva la rumba! En la Asamblea Nacional, sin duda, hay un ambiente propicio para camellar. Si hay un puestito por ahí, por fa, den un chancecito. Con esos horrendos sueldos, yo pago en corto mi diezmo voluntario. De eso no se preocupen, que soy una tumba.
A ver. La cosa está interesante. Un legislador timbra, más o menos, unas cuatro luquitas y media. Aparte, tienen bonificaciones por residencia, tiquetes aéreos, carrito a la puerta de la caleta, asesores que, si quieren, hasta los pueden vacunar, y los viajes ni para qué le cuento. Hay unas comisiones que se dan una vueltita por Singapur, Rusia o Dubái. Créame, eso es una mina de oro.
Lo único que tiene que hacer es: levantar la mano. Nada más. Presionar un botón. El líder ya le dará las indicaciones. Pero, si está medio incómodo con las “disposiciones”, se declara independiente y se junta con el mejor postor. Eso de los camisetazos es permitido. Hágase el pendejo con las críticas, póngase un poco de manteca y no pasa nada. Que le resbale el qué dirán.
Todas las semanas son divertidas. Y se come bien. Por ejemplo, toda su capacidad debe estar enfocada en celebrar el Día del Melloco, el Día del Sancocho o cualquier plato típico. Más que seguro, subirá unas libritas, así que haga deporte. También hay eventos pepas para condecorar a algún político corrupto. Eso sí, no olvide ponerse la mejor cachina, porque los lentes de las cámaras están por todos lados. Y claro, nunca puede faltar el espacio cultural. Artistas invitadas para poner un buen y sensual ambiente legislativo.
Eso sí, que le importe tres hectáreas de pepinillos la situación del país. Hágale cuenta que vive en otro mundo, porque si realmente entendiera lo que le pasa al pueblo, mínimo se deprime. Los ecuatorianos pagamos esos sueldos para que ciertos iluminados se encarguen de promulgar leyes que atiendan las necesidades de la población. Pero no, eso es mucho pedir a esos inefables.
Esos manes están entretenidos en los “Kiños del Año.” Evento patrocinado por una casa de citas. Realmente, ha sido uno de los episodios más bizarros y deprimentes para el país. Centrar el debate en una pelea de ebrios. ¡Qué lástima! (O)