¡Basta ya! Y es que simplemente no se puede jugar así con los anhelos y la esperanza de la gente. Y lo digo a propósito del desbocado tropel de pseudo leyes que pretenden ser económicas y que, en realidad, no pasan de ser simulacros de medidas económicas. Espejismos ocultos bajo un sinnúmero de tecnicismos y ambigüedades jurídicas que, en la práctica, no tienen otro fin que el de rescatar la popularidad de un gobierno que va en caída libre.
Pasemos revista: una Ley de Alivios Financieros más difícil de descifrar que las sagradas escrituras. Un periodo de gracia otorgado por el BIESS para los créditos hipotecarios que, en la realidad, aplaza el pago del capital pero sigue cobrando intereses; un seguro de desempleo que sirve solamente para los que fueron desvinculados entre noviembre y diciembre (casualmente coincidente con el periodo electoral), minúsculo porcentaje que excluye a la inmensa mayoría que ha caído en el desempleo a lo largo de estos tres catastróficos años y para el que, además, se requiere “un mínimo 24 aportaciones no simultáneas, de las cuales las seis últimas deben ser consecutivas”, un requisito tan específico y difícil, que reducirá aún más la exigua población potencialmente beneficiaria. Y finalmente, una medida por la cual bancos “podrán” (no deberán), diferir las obligaciones financieras, solamente si le place.
Y luego, la absurda “Ley Antipillos” (nombre groseramente populista y pensado en función de la campaña electoral), negada y archivada por la Asamblea Nacional, y posteriormente publicada en el Registro Oficial con la impronta inconfundible del gobierno: a la fuerza. Ley que por lo tanto no está vigente, ni estará, por más tiktoks con los que pretendan celebrar un triunfo político que no existe. Ley que, de estar vigente, cometería un atropello contra el principio básico de presunción de inocencia, asumiendo “de facto”, sin pruebas y sin conocerlo, que el dueño de un patio de vehículos usados es un delincuente.
País de leyes absurdas, país de leyes pensadas para ganar elecciones. País de vergüenza. Y es que, como decía, no se puede jugar así con los anhelos y la esperanza de la gente… (O)
@andresugaldev