¿Hagámonos un examen introspectivo y valoremos el significado que le damos a la palabra Navidad; pero también pensemos de cuanto cumplimos sobre esta considerable acepción? Respondámonos con total sinceridad a nosotros mismos, si en verdad hemos dejado de adoptar posiciones presuntuosas, egoístas y excluyentes; si nos hemos alejado de la proterva costumbre de seguir acumulando posiciones o bienes materiales, todo lo cual, no nos hace vislumbrar la dimensión de los verdaderos valores morales y espirituales. Tenemos o no, la certeza de haber ayudado en algo a combatir la deshumanización, con todas las convalidaciones que ella incluye, llámese soledad, inequidad, enfermedades, y la pobreza en toda su extensión. ¿Hemos colaborado de alguna manera en ayudar a reconstruir los hogares tristes, desolados, destruidos? No nos damos cuenta que vivimos muy a prisa, muchas veces hablando mal del género humano; nos enojamos constantemente, y no brindamos el tiempo suficiente para escuchar a nuestros congéneres. Navidad es sinónimo de paz, perdón, solidaridad, encuentro, justicia, alegría, conversión, compromiso, reflexión, enmienda; es época de extender la mano amiga, sincera, solidaria, y darnos un abrazo de reconciliación con todas las personas. No es justo que, en este mundo consumista, devastado por los malos gobiernos, donde ha primado la corrupción, el oportunismo y la delincuencia, sigamos derrochando dinero, cuando hay personas que sufren y no pueden suplir sus necesidades de miseria y hambre. Navidad no es la oportunidad de brindar únicamente un regalo material, ya que lo material y el dinero no son la finalidad ni la esencia de la vida. En definitiva, en Navidad abramos las puertas de nuestro corazón para todas las personas que quieren llegar a él, y toquemos las puertas de esos corazones tristes, vacíos que necesitan ayuda espiritual, cariño, comprensión y amor. Ojalá que esta etapa de narco delincuencia que ha causado en el país una inexorable descomposición social, económica, política y sobre todo moral, nos haya dejado verdaderas enseñanzas, y a pesar de tantas circunstancias adversas que estamos soportando, podamos definitivamente dejar de lado el orgullo, la vanidad y la prepotencia; sepultemos el odio, la soberbia y la venganza; desterremos la tristeza, y enmendemos los errores. Con esta actitud positiva estamos seguros que vendrán días mejores, donde nos podamos estrechar fraternalmente en un cálido abrazo. ¡Feliz Navidad apreciados lectores! (O)
Dr. Francisco Chérrez
Médico Pediatra. Expresidente de la Sociedad de Pediatría del Azuay. Expresidente de la Federación ecuatoriana de Pediatría. Exjefe de Residentes del Hospital Vicente Corral Moscoso. Autor de libros.
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